Palabras
del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy se celebra en muchos Países,
entre los cuales Italia, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo,
o, según la más conocida expresión latina, la solemnidad del Corpus Domini.
El Evangelio presenta el relato
de la institución de la Eucaristía, cumplida por Jesús durante la Última
Cena, en el cenáculo de Jerusalén. La víspera de su muerte redentora sobre la
cruz, Él realizó aquello que había anunciado: «Yo soy el pan vivo bajado del
cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi
carne para la Vida del mundo… El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él» (Jn 6,51.56), así dijo el Señor. Jesús tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen,
esto es mi Cuerpo» (Mc 14,22). Con este gesto y con estas palabras, Él asigna
al pan una función que no es más aquella del simple nutrimiento físico, sino
aquella de hacer presente a su Persona en medio de la comunidad de los
creyentes.
La Última Cena representa el
punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente anticipación de su
sacrificio que se cumplirá sobre la cruz, sino también síntesis de una
existencia ofrecida para la salvación de la humanidad entera. Por lo tanto, no
basta afirmar que en la Eucaristía está presente Jesús, sino que se debe ver en
ella la presencia de una vida donada y de ella tomar parte. Cuando tomamos y
comemos aquel Pan, nosotros venimos asociados a la vida de Jesús, entramos en
comunión con Él, nos comprometemos en realizar la comunión entre nosotros, a
transformar nuestra vida en don, sobre todo a los más pobres.
La fiesta de hoy evoca este
mensaje solidario y nos empuja a recibir la íntima invitación a la
conversión y al servicio, al amor y al perdón. Nos estimula a convertirnos, con
la vida, en imitadores de aquello que celebramos en la liturgia. El Cristo, que
nos nutre bajo las especies consagradas del pan y del vino, es el mismo que nos
sale al encuentro en los eventos cotidianos; está en el pobre que extiende la
mano, está en el sufriente que implora ayuda, está en el hermano que pide
nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está en el niño que no sabe
nada de Jesús, de la salvación, que no tiene fe. Está en todo ser humano,
también en el más pequeño e indefenso.
La Eucaristía, fuente de amor
para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de solidaridad. Quien se
nutre del Pan de Cristo no puede permanecer indiferente ante aquellos que no
tiene el pan cotidiano. Y hoy - lo sabemos- es un problema cada vez más grave.
Que la fiesta del Corpus Domini
inspire y alimente cada vez más en cada uno de nosotros el deseo y el
compromiso por una sociedad receptiva y solidaria. Depongamos estos deseos en
el corazón de la Virgen María, Mujer eucarística. Ella suscite en todos la
alegría de participar a la Santa Misa, especialmente el domingo, y el valor
alegre de testimoniar la infinita caridad de Cristo.
(Raúl Cabrera, Radio Vaticano)
Palabras del Papa Francisco después del rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Leo allí: Bienvenido... ¡gracias!
Porque, ayer fui a Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina, como peregrino de paz y
esperanza. Sarajevo es una ciudad-símbolo. Durante siglos ha sido un lugar de
convivencia entre pueblos y religiones, tanto, de ser llamada la “Jerusalén de
Occidente”. En el pasado reciente se ha convertido en un símbolo de las
destrucciones y de la guerra. Ahora se encuentra en un bello proceso de
reconciliación, y sobre todo por eso he ido: para alentar este camino de
convivencia pacífica entre pueblos diferentes; un camino cansador, difícil,
¡pero posible! ¡Y lo están haciendo bien! Renuevo mi reconocimiento a las
Autoridades y a todos los ciudadanos por la cálida acogida. Doy las gracias a
la comunidad católica, a la que he querido llevar el afecto de la Iglesia
universal, y agradezco también en particular a todos los fieles, ortodoxos,
musulmanes, judíos y a los de las otras minorías religiosas. He apreciado el
compromiso de colaboración y solidaridad entre estas personas que perteneces a
religiones diferentes, instando a todos a llevar adelante la obra de
reconstrucción espiritual y moral de la sociedad. Trabajan juntos como
verdaderos hermanos. Que el Señor bendiga a Sarajevo y Bosnia y Herzegovina.
El próximo viernes, es la
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Pensemos en el amor de Dios… ¡cómo nos
ha amado! En el corazón de Jesús está todo este amor. Se celebra también el Día
Mundial contra el trabajo Infantil. Muchos niños en el mundo no tienen la
libertad de jugar, de ir a la escuela y terminan siendo explotados como mano de
obra. Espero el compromiso atento y constante de la Comunidad internacional
para la promoción del reconocimiento activo de los derechos de la infancia.
Y ahora saludo a todos ustedes,
queridos peregrinos de Italia y de diversos países. Veo banderas de diferentes
países; en particular, saludo a los fieles de Madrid, Brasilia y Curitiba; y
los de Chiavari, Catania y Gottolengo (Brescia). Les deseo a todos un buen
domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.
(Griselda Mutual, Radio Vaticano)
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