(RV).- El importante deber y responsabilidad
de toda sociedad de cuidar y asistir a los ancianos. La medicina y la ciencia
siempre al servicio de los que sufren y de los ancianos y nunca de los
intereses económicos, tampoco de los Estados. Repito el llamamiento de san Juan
Pablo II por el
respeto y la tutela de toda vida humana, dijo el Papa
Francisco a los
participantes en la Asamblea general de la Pontificia Academia para la Vida,
sobre el tema «Asistencia al anciano y
cuidados paliativos».
Respeto, amor y servicio a toda
vida humana, camino para verdadera justicia, paz y libertad
«La persona
humana sigue siendo siempre preciosa, aun cuando está marcada por la ancianidad
y la enfermedad… en toda circunstancia es un bien para sí misma y para los
demás y es amada por Dios».
«Es la capacidad
de servicio a la vida y a la dignidad de la persona enferma, también cuando es
anciana, que mide el verdadero progreso de la medicina y de la sociedad entera.
Repito el llamamiento de san Juan Pablo II: ¡respeta, defiende, ama y sirve a
la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia,
desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad !Evangelium Vitae,
5».
Nunca ganancias ante el cuidado
que se debe a la persona anciana y a todo ser humano
Tras recordar el
mandamiento bíblico que nos pide honrar a los padres y madres y señalando «su acuciante
actualidad para
la sociedad contemporánea, donde la lógica de la utilidad pasa por encima de la
solidaridad y de la gratuidad, aun en las familias», el Obispo de Roma subrayó
la «responsabilidad» y el «deber de tener el máximo respeto y de cuidar al que,
por su condición física o social, podría ser ‘dejado morir’ o ‘hecho morir’»:
«Toda la
medicina tiene un papel especial en la sociedad como testimonio del honor que
se debe a la persona anciana y a todo ser humano. Evidencia y eficiencia no
pueden ser los únicos criterios en gobernar la acción de los médicos, así como
tampoco son las reglas de los sistemas sanitarios y el provecho económico. Un
Estado no puede pensar en ganancias con la medicina. Al contrario, no hay deber
más grande para una sociedad que el de custodiar a la persona humana».
Destacando los
avances en los cuidados paliativos, no sólo en acompañar a los enfermos
oncológicos, sino en su aplicación en varias enfermedades, a menudo enlazadas
con la ancianidad, el Papa Francisco recordó también que, en primer lugar, los
ancianos necesitan el cuidado y el cariño de sus familiares.
«El ser abandonados es la enfermedad más grave de los ancianos y también la
injusticia más grande que pueden sufrir, aquellos que nos han ayudado a crecer
no deben ser abandonados cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor y nuestra
ternura».
El Santo Padre
concluyó su denso discurso con palabras de aliento en lo que respecta al
compromiso científico y cultural para asegurar los cuidados paliativos a todos
los que los necesitan. A los profesionales y a los que estudian,
especializándose en estos cuidados tan importantes, como los que salvan la
vida. Y les deseó que sigan el estudio y la investigación, para que la obra de
promoción y de defensa de la vida sea cada vez más eficaz y fecunda. Que los
asista la Virgen Madre de Vida y los acompañe su bendición.
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