Cantos
y bailes en el escenario del paseo marítimo de Nápoles para el último encuentro
de esta intensa jornada del papa Francisco. Miles de jóvenes y familias han
recibido al Santo Padre con inmensa alegría. Los más afortunados situados en
las primeras filas han podido dar la mano al Papa e intercambiar unas palabras
con él mientras caminaba para subir al palco.
Antes
de llegar a este lugar, hizo una visita a la Iglesia del Jesús Nuevo, donde
tuvo un encuentro con los enfermos, varios cientos, a muchos de los cuales
saludó y bendijo.
A
pesar de reconocer estar algo cansado --por lo que ha querido estar sentado
durante el encuentro-- el Santo Padre ha dejado el discurso de lado y ha decido
hablar improvisando. Así, Francisco ha respondido a las tres preguntas que le
han planteado.
En
primer lugar una joven quería saber cómo plantar semillas de alegría y
esperanza en medio de los silencios de Dios. El Papa ha respondido que “nuestro
Dios es un Dios de las palabras, de los gestos y de los silencios. Siempre nos
espera, siempre nos perdona, siempre nos entiende. Con estos gestos de ternura.
Pero también es un Dios del silencio”. Por ello, ha invitado a pensar en los
grandes silencios de la Biblia, como el silencio en el corazón de Abraham,
cuando iba a sacrificar a su hijo. “Hay silencios de Dios que no se pueden
explicar si no miras el Crucifijo. Por ejemplo: ¿por qué sufren los niños?, es
uno de los grandes silencios de Dios. Y al silencio de Dios podemos acercarnos
mirando a Cristo resucitado, Cristo que muere, abandonado desde el huerto de
los olivos hasta el crucifijo”, ha recordado.
La
siguiente pregunta la ha realizado una anciana de 95 años, que ha hablado de su
miedo de sentirse sola y preguntaba cómo sentirse parte de la comunidad. En
este punto, el Papa ha reflexionado sobre el descarte. “Los ancianos son
descartados porque esta sociedad tira lo que no es útil. Los niños no son
útiles, mejor no tenerlos. Mucha gente prefiere descartar al niño y se conforma
con un cachorro y un gato. Se descartan los ancianos, se les deja solos”, ha
observado. Del mismo modo ha condenado esta costumbre de “dejarles morir”. Pero
como nos gusta usar eufemismos, decimos “eutanasia”, ha advertido el Papa. “No
solo la inyección sino la eutanasia escondida, no dar las medicinas, los
cuidados, hacerte una vida triste y así se muere”, ha afirmado. Por eso,
Francisco ha reconocido a esta anciana que ese camino que ella ha encontrado es
el mejor: la cercanía, la ternura, la compañía… A continuación el Papa ha
preguntado a los hijos que tienen padres ancianos: ¿estáis cercanos a vuestros
padres? ¿vais a visitarlos? “El afecto es la mejor medicina para un anciano”.
Y prosigue ¿cómo va el cuarto mandamiento? Así, recuerda que “lo que
siembras lo recoges”.
La
última pregunta la ha realizado un matrimonio casado desde hace 31 años, que
han cuestionado cómo construir una pastoral de la familia 'en salida'. Para
responder el Pontífice ha explicado que no es una novedad que los jóvenes no se
quieren casar y prefieren vivir juntos. Tranquilos sin compromiso. Muchas veces
--ha indicado-- en la Iglesia me pregunto, ‘tú que vienes a casarte, ¿lo haces
porque de verdad quieres recibir el sacramento o porque socialmente se debe
hacer así?'
Al
respecto ha advertido sobre la colonización ideológica sobre la familia, las modalidades
y propuestas, “ese error de la mente humana que es la ideología de género que
crea tanta confusión”. La familia es atacada, ha indicado. De este modo ha
recordado que el Señor ha inspirado el Sínodo de la familia. Otra advertencia
que ha hecho el Papa ha sido sobre la preparación de las parejas que van a
casarse. No puede ser como un curso para aprender un idioma “conviértete en
matrimonio en ocho lecciones”.
Por esta razón, el Santo Padre ha reconocido que
el noviazgo ha perdido el sentido sagrado del respeto. A este punto Francisco
ha pedido rezar mucho y dar testimonio de cómo resolver los problemas. Para
finalizar el Papa ha aconsejado a los matrimonios que no terminen una jornada
sin hacer las paces. El ‘yo’ no es muy válido en el matrimonio, el ‘nosotros
sí’. Asimismo ha explicado que “la alegría en dos es tres veces alegría. Y la
pena y el dolor en dos, es mitad de dolor”.
Las
últimas palabras del Papa han sido para dar las gracias por la acogida y los
testimonios. Así como su habitual petición de rezar por él. Y así ha llegado el
último deseo del Papa en Nápoles “a los jóvenes, no perder la esperanza de ir
adelante siempre”, “a los ancianos, llevar adelante la sabiduría, porque son
como el buen vino cuando envejece”. Los jóvenes son la fuerza y los ancianos la
memoria y la sabiduría, ha concluido el Pontífice.
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