Publicado el 12 de mar. de 2015
Un cristiano no tiene caminos de compromiso:
si no se deja tocar por la misericordia de Dios y a su vez ama al prójimo, como
hacen los Santos, acaba siendo un hipócrita, que arruina y desparrama, en lugar
de hacer el bien. Es lo que dijo el Papa Francisco, en su homilía, de la Misa
matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Al comienzo fueron los Profetas,
luego les tocó a los Santos. Con ellos, Dios ha construido en el tiempo la
historia de su relación con los hombres. Y, sin embargo, a pesar de que estos
elegidos eran excelentes - a pesar de sus enseñanzas y obras – la historia de
la salvación es accidentada, pavimentada con tantas hipocresías e
infidelidades.
Dios llora por un corazón duro
«Ésta es la Historia de Dios.
Parece que aquí Dios estuviera llorando. Te amé tanto, te di tanto, y tú…
Todo contra mí. También Jesús lloró, mirando Jerusalén. Porque en el
corazón de Jesús estaba toda esta historia, en la que la fidelidad había
desaparecido. Hacemos nuestra voluntad, pero haciendo esto en el camino de la
vida seguimos un camino de endurecimiento: el corazón se endurece, se
petrifica. Y la Palabra del Señor no entra. Y el pueblo se aleja. También
nuestra historia personal se puede volver así. Y hoy, en este día cuaresmal,
podemos preguntarnos: ¿escucho la voz del Señor, o hago lo que yo quiero, lo
que a mí me gusta?»
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