Sin la riqueza de los pobres, no descubrimos el
rostro de Cristo
(RV).- El Papa Francisco se unió – este martes - a
los huéspedes de los centros de acogida de Caritas de Roma, reunidos en
el teatro Brancaccio, de la capital italiana, en una representación teatral
titulada ‘Si no fuera por ti’, para contar sus vivencias
difíciles, de abandono y marginación y también su amor a los hijos, a los
padres, a la vida y a Dios. Y lo hizo por medio de un vídeo mensaje:
«Estoy contento de estar entre ustedes, de este
modo, complaciéndome por su coraje, para decirles que no pierdan la esperanza
¡Dios los quiere, los quiere a todos!»
El
Obispo de Roma destacó su gran anhelo:
«Cuánto quisiera que Roma pudiera brillar de pietas por
los que sufren, de acogida por los que huyen de guerras y muerte, de
disponibilidad, de sonrisa y de magnanimidad por el que ha perdido la esperanza.
Cuánto quisiera que la Iglesia de Roma se manifestara cada vez más como madre
atenta hacia los débiles. Todos tenemos debilidades, cada uno las propias.
¡Cuánto quisiera que las comunidades parroquiales en oración, al entrar un
pobre en la iglesia, se arrodillaran en veneración, así como hacen cuando entra
el Señor! ¡Cuánto quisiera esto, que se toque la carne de Cristo presente en
los pobres de esta ciudad!».
«¿Quién piensa que un sin techo es una persona de la
cual aprender?» ¿Quién piensa que puede ser un santo?», preguntó Francisco,
destacando esta ocasión de diálogo e intercambio significativo,
así como de escucha y de enseñanza sobre el amor, sobre la
solidaridad, sobre cómo en las dificultades se encuentra el amor de Dios.
Con la gran enseñanza que nos ha dado Jesús, reiteró
que lo que nos da verdadera libertad, salvación y felicidad es «su amor de
compasión, de ternura y de compartir». «El Buen Samaritano que nos
recoge a nosotros, que fuimos golpeados por los ladrones».
El Obispo de Roma hizo suyas las palabras de San
Gregorio de Nisa y de San Agustín sobre Cristo y los pobres: «Ustedes
no son un peso. Son la riqueza, sin la cual son vanos nuestros intentos de
descubrir el rostro del Señor». Y recordó que, pocos días después de su
elección pontificia recibió una carta de felicitación, asegurándole sus
oraciones. A la que él respondió inmediatamente diciéndoles que los lleva en el
corazón y que está a su disposición. Palabras que confirmó también en esta
ocasión, pidiéndoles que sigan rezando por él.
El Papa agradeció de forma especial a todos los
agentes de Caritas:
«Los
siento como mis manos, las manos del Obispo, al tocar el cuerpo de Cristo», dijo, sin olvidar a los voluntarios romanos y de
otros lugares de Italia, que «descubren un mundo que requiere atención y
solidaridad:
«Hombres y mujeres que buscan afecto, relación,
dignidad, con las cuales todos podemos experimentar la caridad aprendiendo a
acoger, escuchar y donarse».
Deseando poder encontrarlos pronto personalmente,
como fue en la Capilla Sixtina, con el anhelo de que «el Señor nos ayude a
reconocerlo en el rostro del pobre», y «que la Virgen María nos acompañe en
este camino», les dio su bendición.
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