(RV).- En el miércoles de la VII semana de Pascua y a la
vigilia del domingo de Pentecostés, el Santo Padre siguiendo con sus catequesis
sobre la familia habló sobre la vocación natural a educar a los hijos en
tiempos en los que no faltan las dificultades.
“Para
los padres que ven a los hijos sólo a la noche cuando regresan cansados a casa
es difícil educar a los hijos”, afirmó el Pontífice, y más aún para “los padres
separados que están sobrecargados por esta condición”.
Fractura
familia-sociedad, familia-escuela
La
pregunta que plantea el Papa Bergoglio y que interpela a los padres en el marco
de una realidad social en la que intelectuales críticos de todo tipo han
acallado la figura parental de miles de formas para “defender a las jóvenes
generaciones” de los daños “verdaderos o presuntos” de la educación familiar,
es la de cómo educar.
“La
alianza educativa está en crisis en nuestros días. ¡Está rota! Los síntomas son
muchos: por una parte hay tensiones y desconfianza entre padres y educadores;
por otra parte, cada vez son más los “expertos” que pretenden ocupar el papel
de los padres los cuales quedan relegados a un segundo lugar.”
Uno
de los síntomas de la fractura familia-sociedad se da en las mismas escuelas
donde se verifican tensiones y desconfianza entre padres y educadores, afirmó
el Sucesor de Pedro. Los expertos, señaló, “saben todo”: objetivos,
motivaciones, técnicas y los padres deben sólo escuchar, aprender y adecuarse.
Así, los padres privados de su rol, “se vuelven a menudo excesivamente
aprensivos y posesivos antes sus hijos, hasta el punto de no corregirlos
jamás”.
El
miedo a equivocarse
De
ahí el Santo Padre hace partir una pregunta fundamental: ¿Cómo hemos llegado a
este punto?
Así
como es cierto que los padres, o más bien, algunos modelos del pasado tenían
algunos límites, el Papa Bergoglio sostuvo que también es verdad que hay
errores que sólo los padres están autorizados a cometer, porque pueden
compensarlos en un modo que es imposible para cualquier otro.
La
vida de hoy es “avara de tiempo” para “hablar, reflexionar y confrontarse”,
dijo el Papa, y es por eso que muchos padres “secuestrados” por el
trabajo y otras preocupaciones, en el marco de la complejidad de la vida
actual, están como “paralizados por miedo a equivocarse”.
“Es
necesario favorecer la armonía, el diálogo y la colaboración entre los diversos
agentes de la educación. El papel de los padres es insustituible, solo ellos
pueden compensar algunos errores. Sin embargo, a veces se encuentran paralizados
por miedo a equivocarse, ante la complejidad de la vida actual y las nuevas
exigencias de sus hijos.”
Por
eso el Santo Padre nos interpela a preguntarnos: ¿tratamos de entender dónde
están verdaderamente los hijos en su camino? ¿Sabemos dónde está realmente su
alma? ¿Lo queremos saber?
El
papel de la Iglesia
“La
Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres, sobre todo
con la luz de la Palabra de Dios, que funda la familia sobre el amor. El mismo
Jesús recibió una educación familiar, que le ayudó a crecer en edad, sabiduría
y gracia. Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas
cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su
exilio - se han autoexiliado de la educación de los hijos - y se
impliquen plenamente en la educación de los hijos.”.
San
Pablo Apóstol recuerda la reciprocidad de los deberes entre padres e hijos, nos
recordó a su vez Francisco: “Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto
es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se
desanimen” (Col 3, 20- 21). “Una regla sabia”, dijo el Pontífice, en cuya base
“está el amor” que “no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se
irrita, no tienen en cuenta el mal recibido,… todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Cor 13, 5- 6)
“Pidamos
al Señor que dé a los padres la confianza, la libertad y el valor necesarios
para cumplir fielmente su misión educativa. Que Dios los bendiga. Muchas
gracias”.
(GM
– RV)
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