En la homilía de este martes, el Santo
Padre advierte que nos fiamos de Dios 'pero no demasiado'
Ciudad del Vaticano, 04
de noviembre de 2014 (Zenit.org
En la ley del Reino de Dios el
"intercambio no sirve", porque Él se dona con gratuidad. Así lo ha
recordado el papa Francisco en la homilía de este martes en la misa en Santa
Marta. De este modo el Pontífice ha observado que a veces, por egoísmo o ganas
de poder, rechazamos la fiesta a la que el Señor nos invita gratuitamente. Y a
veces, nos fiamos de Dios, "pero no demasiado".
El Papa ha hablado en su homilía de la
parábola del Evangelio de hoy: un hombre dio una gran fiesta, pero los
invitados encontraron excusas para no ir. Una parábola --ha afirmado-- que nos
hace pensar porqué "a todos nos gusta ir a una fiesta, nos gusta estar
invitados". Pero en este banquete "había algo" que a tres
invitados, "que son un ejemplo de muchos, no les gustaba".
Así, Francisco explica que uno de los
invitados dice que debe atender su campo, tiene ganas de verlo para sentirse
"un poco poderoso", "la vanidad, el orgullo, el poder y prefiere
eso en vez de quedarse sentado como uno de tantos". Otro compró cinco
bueyes, y se concentró en los negocio y no quería "perder tiempo" con
otra gente. El último se excusó diciendo que estaba casado y no quería llevar a
la mujer a la fiesta. El Santo Padre ha observado que los tres tenían una
preferencia por sí mismos, no de compartir una fiesta, explicando que no saben
lo que es una fiesta porque "está el interés, está lo que Jesús ha
explicado como el intercambio".
El Pontífice ha afirmado que "si la
invitación hubiera sido, por ejemplo: 'venid, que tengo dos o tres amigos
empresarios que vienen de otro país, podemos hacer algo juntos', seguramente
ninguno se habría excusado. Pero lo que les asustaba era la gratuidad. Ser uno
como los otros, allí... Precisamente el egoísmo, esta al centro de todo... Es
muy difícil escuchar la voz de Jesús, la voz de Dios, cuando uno gira entorno a
sí mismo: no tiene horizonte, porque el horizonte es él mismo. Y detrás de esto
hay otra cosa, más profunda: está el miedo a la gratuidad. Tenemos miedo de la
gratuidad de Dios. Es tan grande que nos da miedo".
Y esto sucede, ha aclarado el Papa,
"porque las experiencias de la vida, muchas veces nos han hecho
sufrir" como le sucede a los discípulos de Emaus que se alejan de
Jerusalén y a Tomás que quiere tocar para creer. Retomando un proverbio popular
Francisco ha recordado que cuando "la ofrenda es grande hasta el santo
sospecha", porque la gratuidad es demasiada. Por eso, cuando Dios nos
ofrece un banquete así pensamos que sea mejor no inmiscuirse.
A propósito, ha subrayado que
"estamos más seguros de nuestros pecados, de nuestros límites, pero
estamos en nuestra casa; ¿salir de nuestra casa para acudir a la invitación de
Dios, a casa de Dios, con los otros? No. Tengo miedo. Y todos nosotros
cristianos tenemos este miedo: escondido, dentro... pero no demasiado. Católicos,
pero no demasiado. Confiados en el Señor, pero no demasiado. Este 'pero no
demasiado', marca nuestra vida, nos hace pequeños ¿no?, nos empequeñece".
A continuación, el Santo Padre ha
indicado que una cosa que le hace pensar es que cuando el siervo explicó todo
esto a su patrón, el patrón se enfada porque fue despreciado. Y manda llamar a
todos los pobres, los lisiados, por las plazas y las calles de la ciudad. El
Señor pide al siervo que insista a las personas para entrar en la fiesta.
"Muchas veces el Señor debe hacer con nosotros lo mismo: con las pruebas,
muchas pruebas", ha afirmado el Papa. "Insísteles, que aquí habrá una
fiesta. La gratuidad. Insiste a ese corazón, a ese alma para creer que hay
gratuidad en Dios, que el don de Dios es gratis, que la salvación no se compra:
es un regalo grande, que el amor de Dios... ¡es el regalo más grande! Esta es
la gratuidad. Y nosotros nos asustamos por esto y pensamos que la santidad se
hace gracias a nuestras cosas, y a la larga nos volvemos un poco pelagianos,
¿verdad? La santidad, la salvación es gratuidad".
Al finalizar la homilía, el Obispo de
Roma ha recordado que Jesús "ha pagado la fiesta, con su humillación hasta
la muerte, muerte de Cruz. Y esta es la gran gratuidad". Y así, ha
observado que cuando miramos el Crucifijo pensamos que "esta es la entrada
a la fiesta": "Sí, Señor, soy pecador, tengo muchas cosas, pero te
miro y voy a la casa del Padre. Me fío. No permaneceré desilusionado, porque Tú
has pagado todo". finalmente, el Pontífice ha afirmado que "la
Iglesia nos pide no tener miedo de la gratuidad de Dios". Solamente,
"nosotros debemos abrir el corazón, hacer todo lo que podamos por nuestra
parte; pero la gran fiesta la hará Él".
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