(RV).- «La Iglesia anhela ser lugar de esperanza». Diálogo y acogida, dignidad humana, tutela de los derechos de los emigrantes y legalidad, cooperación, desarrollo y migraciones. Sin olvidar, el impulso a la integración y el respeto de las convenciones sociales y culturales de los países que reciben a los que emigran. Al concluir, este viernes, el VII Congreso Mundial de la Pastoral para los Migrantes, agradeciendo con aprecio el compromiso y la solicitud dedicada a los hombres y mujeres que aún hoy emprenden los denominados ‘viajes de la esperanza’, el Papa Francisco, alentando a acompañar a los que sufren la soledad y la marginación, aseguró su cercanía a los que desarrollan este apostolado y a quienes intentan ayudar:
«La Iglesia, además de ser una comunidad de fieles que reconoce a Jesucristo en el rostro del prójimo, es madre sin confines y sin fronteras. Es madre de todos y se esfuerza en alimentar la cultura de la acogida y de la solidaridad, donde nadie es inútil, está fuera de lugar o es para el descarte. Lo recordaba en el Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año: El fundamento de la dignidad de la persona no está en los criterios de eficiencia, de productividad, de clase social, de pertenencia a una etnia o grupo religioso, sino en el ser creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26-27) y, más aún, en el ser hijos de Dios; cada ser humano es hijo de Dios. ¡En él está impresa la imagen de Cristo!
Por lo tanto los migrantes, con su misma humanidad, aun antes de sus valores culturales, ensanchan el sentido de la fraternidad humana. Y, al mismo tiempo, su presencia es un llamado a la necesidad de desarraigar las desigualdades, las injusticias y los atropellos y abusos. De este modo, los migrantes pueden llegar a ser partners en la construcción de una identidad más rica para las comunidades que los hospedan, así como las personas que los reciben, estimulando el desarrollo de sociedades inclusivas, creativas y respetuosas de la dignidad de todos».
«La migración es también una invitación a imaginar un futuro diferente, que persiga el desarrollo del género humano en su totalidad, incluyendo a cada ser humano con su potencial espiritual y cultural y su contribución a un mundo más equitativo, marcado por la solidaridad mundial y el pleno respeto de la dignidad humana y de la vida», reiteró el Papa, recordando el documento final del precedente Congreso Mundial de este sector pastoral, celebrado en 2009.
Tras recordar que a pesar de los acontecimientos, a veces penosos e incluso dramáticos, que se han registrado, la emigración sigue siendo un anhelo de esperanza, sobre todo en las regiones deprimidas del planeta, donde la falta de trabajo impide la realización de una existencia digna para los individuos y para sus familias, el Obispo de Roma destacó la importancia de los temas tratados en este Congreso Mundial: las desigualdades, la pobreza, el crecimiento demográfico, la aumentada necesidad de empleo en algunos sectores del mercado del trabajo, las calamidades debidas a los cambios climáticos, las guerras y las persecuciones, el anhelo de las nuevas generaciones de viajar para buscar nuevas oportunidades.
Sin olvidar las dificultades que se presentan y alentando a impulsar los beneficios que se deben afianzar, tanto en los países de los emigrantes como en los que los acogen, el Papa Bergoglio hizo hincapié en la importante misión de los agentes pastorales y la promoción de proyectos de evangelización y acompañamiento de los migrantes, con la catequesis, la liturgia y la celebración de los Sacramentos.
Y antes de su bendición, renovando su profunda gratitud por el servicio que los agentes de la pastoral para los migrantes ofrecen a la Iglesia, a sus comunidades y a las sociedades a las que pertenecen, el Santo Padre invocó sobre todos la protección de la Madre de Dios y de San José, que experimentaron las duras dificultades del exilio, buscando refugio en Egipto.
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