«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


7 de febrero de 2015

PAPA: «RESPETO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA, CARIDAD, CUSTODIA DE LA TIERRA»

(RV).- En un videomensaje para el encuentro internacional, en preparación de la EXPO 2015 de Milán, sobre el tema Nutrir el Planeta, Energía para la Vida, el Papa Francisco presentó tres actitudes concretas, para superar la tentación de sofismos que, en lugar de acabar verdaderamente con la injusticia del hambre en el mundo, se quedan en la nada:

«Optar a partir de la prioridad: la dignidad de la persona, ser hombres y mujeres testimonios de caridad; no tener miedo de custodiar la tierra que es madre de todos».

El Santo Padre empezó recordando sus palabras en la FAO, en las que subrayó que, «además del interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola», «la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia» (Discurso a la FAO, 24 de noviembre de 2014). Y, evocando a San Juan Pablo II reiteró la «paradoja de la abundancia»:

«Hoy, en efecto, a pesar de la multiplicación de las organizaciones y de las  diversas intervenciones de la comunidad internacional sobre la nutrición, vivimos lo que el Santo Papa Juan Pablo II indicaba como  «paradoja de la abundancia». En efecto, «hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos. Esta es la paradoja. Por desgracia, esta «paradoja» sigue siendo actual. Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica». (ibid)

Les sugiero tres actitudes concretas, dijo el Papa Bergoglio, indicando la importancia de «ir de las urgencias a las prioridades»; de que «sean testimonios de caridad» y de que sean «custodios y no dueños de la tierra».

En la primera actitud, «ir de las urgencias a las prioridades», el Obispo de Roma reiteró que la «inequidad» es la raíz de todos los males:

«Deseo repetirles lo que escribí en la Evangelii gaudium: ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata’».

Por lo que es necesario, si queremos resolver verdaderamente los problemas, resolver la raíz, la inequidad. Hay opciones prioritarias: renunciar a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y actuar ante todo sobre las causas estructurales de la inequidad, recordó el Papa.
En la segunda actitud: «sean testimonios de caridad», el Santo Padre recordó también la importante responsabilidad de la política:

«La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas» (Evangelii gaudium 203)

Y en la tercera actitud, «custodios y no dueños de la tierra», recordando la importancia de la custodia - empeño que compete a todos y no sólo a los cristianos – renovó lo que pidió al comenzar su pontificado:

«Les encomiendo lo que dije en la Misa al comienzo de mi ministerio como Obispo de Roma: ‘Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; ¡no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro! ¡Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos! (...) No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura».
(CdM – RV)


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