(RV).-
“Con y no en contra de las diferencias y similitudes entre hombres y mujeres”,
el Papa al Pontificio Consejo de Cultura al termino de la Asamblea
Plenaria "Culturas femeninas: entre igualdad y diferencia", que se
celebró en el Vaticano del 4 al 7 de febrero.
Más
presencia de la mujer en la vida de la Iglesia, en el mundo laboral, y sobre
todo en la familia, y no más en condiciones de peligro o víctimas de la
sociedad del descarte. Lo exhortó el Papa Francisco en su discurso al termine
de la Asamblea Plenaria "Culturas femeninas: entre igualdad y
diferencia", que se celebró en el Vaticano del 4 al 7 de febrero
organizada por el Consejo Pontificio de la Cultura.
“El
argumento que habéis elegido me ha llegado al corazón, y ya en diversas
ocasiones he tenido la ocasión de tocarlo y de invitar a profundizarlo. Se
trata de estudiar criterios y nuevas modalidades con el fin que las mujeres no
se sientan invitadas, sino plenamente participes de los varios ámbitos de la
vida social y eclesial. La Iglesia es mujer, la Iglesia, no el Iglesia. Esto es
un reto que no se pospone más. Lo digo a los pastores de las comunidades
cristianas, aquí en representación de la Iglesia Universal, pero también
los laicos y las laicas en diversos modos empeñados en la cultura, en la
educación, en la economía, en la política, en el mundo del trabajo, en las
familias y en las instituciones religiosas.
Así,
Francisco se centró en cuatro puntos con los cuales se puede “desarrollar tal
empeño en todas las partes de la Tierra, en el corazón de todas las culturas, y
en el diálogo con las diferentes pertenencias religiosas”.
‘Entre
igualdad y diferencia: a la búsqueda del equilibrio’. Explica Francisco que las
diferencias y las similitudes entre hombres y mujeres se sienten desde el ‘con’
y no desde el ‘contra’, y resalta que en nuestra sociedad no se han eliminado
del todo los efectos negativos del modelo de subordinación social de la mujer
al hombre.
El
segundo punto que resalta el Papa argentino es ‘lo generativo como código
simbólico’, y dirige una “mirada intensa” a todas las madres, no limitada
a la esfera biológica, que se puede sintetizar en cuatro verbos: “desear, traer
al mundo, cuidar, dejar andar”. Y asegura que las madres saben encarnar el
cariño de Dios, su misericordia, que se traduce más “en donar tiempo que en
ocupar espacios, en acoger en lugar de excluir”.
‘El
cuerpo femenino entre cultura y biología’. Francisco tacha toda forma de
esclavitud, de mutilación del cuerpo de la mujer, y se detiene en la “dolorosa
situación de tantas pobres mujeres, obligadas a vivir en condiciones de
peligro, de explotación, relegadas a los márgenes de la sociedad, víctimas de
una cultura del descarte”.
Finalmente
el Papa abordó el punto ‘Las mujeres y la religión: ¿fuga o búsqueda de
participación en la vida de la Iglesia?’ y expone que está convencido de la
urgencia de ofrecer espacios a las mujeres en la Iglesias, de acogerlas
teniendo muy en cuenta su poder de sensibilidad cultural y social, y así ver a
muchas de ellas involucradas en responsabilidades pastorales. E incide en que
no se puede olvidar el papel insustituible de la mujer en la familia, con sus
dotes de particular sensibilidad y cariño. Además encoraja a promover la
presencia eficaz de la mujer en diferentes ámbitos de la esfera pública, en el
mundo del trabajo y en lugares donde vienen adoptadas decisiones importantes, y
al mismo tiempo mantener su presencia y atención preferencial por y en la
familia.
(MZ-RV)
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