«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


29 de enero de 2015

4 SENCILLAS IDEAS PARA ATENUAR, CON RESULTADOS, LOS CONFLICTOS DE CONVIVENCIA EN EL MATRIMONIO

Si hay un reclamo, es porque existe una necesidad no satisfecha en una de las partes. Ante esto, se debe establecer una forma de comunicación que atenué lo negativo de la emocionalidad del  conflicto. Convirtiendo este, en un área de oportunidad para mejorar la vida matrimonial.

Algunas importantes condiciones:

1.- Cuando uno de los esposos reclama algo, hay que dejarlo hablar, aun cuando no tenga la razón, ya que necesita desahogarse. Una vez expuesto el problema, estará dispuesto al dialogo con más apertura y serenidad.

2.- Quien reclama con razón, lo hace porque ama, le interesa y necesita que  su conyugue  se supere.

3.- Si hay que criticar algún defecto o actitud, hacerlo con amor. Si por sí mismo resulta doloroso aceptar los propios defectos, más costoso es que nos los tengan que decir. Por eso debemos ser sumamente finos, delicados y comprensivos para criticar o decir algo negativo al otro.

4.- Jamás echar en cara los errores del pasado. Comprensión y amor con las debilidades del otro, igual como queremos que sean con nosotros. Víctor Hugo señala en su obra “Los miserables”, que ser misericordioso es saber en  dónde están las heridas del otro, y no tocarlas.

5.- Nunca discutir irritados, si se está enojado no será el momento de abordar la problemática.  Implica mucha sabiduría y prudencia, fortaleza y dominio para controlar la ira que podemos sentir  cuando estamos en conflicto.

6.- Evitar los gestos y ademanes de impaciencia, solo demuestran que no hay disposición sincera de escuchar.

7.- Evitar gritar. El grito es en sí mismo una agresión, independientemente de lo que se diga.

8.- No buscar vencer en una discusión. La aparente derrota es en realidad una gran victoria de quien respondiendo con silencio, se  mortifica por amor a Dios.

El problema también con una discusión es que a veces se busca más ganarle a la pareja, que encontrar caminos y soluciones a los problemas.
 
9.- Respecto a los problemas con los hijos. Hay que recalcar que el  conflicto es con el hijo, no con el esposo(a), aunque la falta cometida por el hijo haya sido abusando  del amor y  tolerancia de uno de los padres.

10.- No admitir la negligencia (descuido, apatía)  reclamar lo que  se debe reclamar. En el amor se requiere una sana exigencia. Siempre tenemos que buscar lo mejor para la persona que amamos, y  a veces será necesario exigirle.  Cuando no amamos, nos da igual si la persona se supera o no, pero, con la persona amada, esto jamás puede llegar a suceder.

11.- Nunca terminar el día tras una discusión sin recuperar la paz, aunque no haya quedado resuelto el conflicto. Humildad para hablar, para hacer ver que el amor prevalece.

12.- Cuando te equivoques, admítelo y pide disculpas. Para muchos el pedir disculpas equivale a una humillación pero NO: es grande el que reconoce que es un ser humano con debilidades y defectos y que lucha cada día por superarse.

13.- Dos no pelean si uno no quiere, y el que está equivocado es el que más habla o grita. Por lógica quien está más calmado ve las cosas con mayor claridad y podrá dialogar con más tranquilidad y paz interior.
 14.- No discutir delante de los hijos, hacerlo en privado. Discutir en ocasiones es inevitable, mas inevitable es hacer la paz amorosamente.
Revista Ser Persona / Aleteia


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