“Cada uno de nosotros, en la diversidad de nuestras vocaciones,
está llamado de alguna manera a ser el amor en el corazón de la Iglesia”,
explicó el Obispo de Roma en la Catedral de Manila dedicada a Nuestra Señora de
la Inmaculada Concepción.
En la octava versión de un templo
construido en 1581 con bambú y hojas de palma y devastado repetidamente por
tifones, incendios, terremotos y bombardeos, el Obispo de Roma dijo que “como
embajadores de Cristo, nosotros, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas,
debemos ser los primeros en acoger en nuestros corazones su gracia
reconciliadora”, y agregó que “san Pablo explica con claridad lo que esto
significa: rechazar perspectivas mundanas y ver todas las cosas de nuevo a la
luz de Cristo; ser los primeros en examinar nuestras conciencias, reconocer
nuestras faltas y pecados, y recorrer el camino de una conversión constante.
¿Cómo podemos proclamar a los demás la novedad y el poder liberador de la Cruz
–dijo-, si nosotros mismos no dejamos que la Palabra de Dios sacuda nuestra
complacencia, nuestro miedo al cambio, nuestros pequeños compromisos con los
modos de este mundo, nuestra «mundanidad espiritual» (cf. Evangelii Gaudium,
93)?
El Vicario de Cristo manifestó:
“para nosotros, sacerdotes y personas consagradas, la conversión a la novedad
del Evangelio implica un encuentro diario con el Señor en la oración. Los
santos nos enseñan que ésta es la fuente de todo el celo apostólico…” y después
de advertir que los pobres son el centro y el corazón del evangelio, y que si
sacamos a los pobres no podemos entender el mensaje de Cristo, pidió
“vivir de modo que se refleje en nuestras vidas la pobreza de Cristo, cuya
existencia entera se centró en hacer la voluntad del Padre y en servir a los
demás”. Aclarando que “el gran peligro, por supuesto, es el materialismo que
puede deslizarse en nuestras vidas y comprometer el testimonio que ofrecemos.
Sólo si llegamos a ser pobres, y eliminamos nuestra complacencia, seremos
capaces de identificarnos con los últimos de nuestros hermanos y hermanas.
Veremos las cosas desde una perspectiva nueva y así responderemos con
honestidad e integridad al desafío de anunciar la radicalidad del Evangelio en
una sociedad acostumbrada a la exclusión social, a la polarización y a la
inequidad escandalosa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario