Texto completo de las palabras del Papa Francisco en el Santuario de Nuestra Señora
de Madhu
«Queridos hermanos y hermanas
Estamos en la casa de nuestra Madre. Aquí ella nos da
la bienvenida. En este santuario de Nuestra Señora de Madhu, todo peregrino se
puede sentir en su casa, porque aquí María nos lleva a la presencia de su Hijo
Jesús. Aquí vienen los habitantes de Sri Lanka, tamiles y cingaleses por igual,
como miembros de una sola familia. Encomiendan a María sus alegrías y
tristezas, sus esperanzas y necesidades. Aquí, en su casa, se sienten seguros.
Saben que Dios está muy cerca; sienten su amor; conocen su ternura y
misericordia.
Se
encuentran hoy aquí familias que han sufrido mucho en el largo conflicto que
rasgó el corazón de Sri Lanka. Muchas personas, tanto del norte como del sur,
fueron asesinadas en la terrible violencia y derramamiento de sangre de
aquellos años. Los habitantes de Sri Lanka no pueden olvidar los trágicos
acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste día en que la
venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros cristianos a
Sri Lanka, fue arrancada de su santuario.
Pero la
Virgen permanece siempre con ustedes. Ella es la madre de todo hogar, de toda
familia herida, de todos los que están tratando de volver a una existencia
pacífica. Hoy le damos las gracias por haber protegido a la población de Sri
Lanka de tantos peligros pasados y presentes. María nunca olvida a sus hijos en
esta isla resplandeciente. Al igual que nunca se apartó del lado de su Hijo en
la cruz, así nunca se aparta de sus hijos que sufren en Sri Lanka.
Hoy
queremos dar las gracias a la Virgen por su presencia. Ante tanto odio,
violencia y destrucción, queremos darle las gracias porque sigue llevándonos a
Jesús, el único que tiene el poder para curar las heridas abiertas y devolver
la paz a los corazones desgarrados. Pero también queremos pedirle que implore
para nosotros la gracia de la misericordia de Dios. Pedimos también la gracia
de reparar por nuestros pecados y por todo el mal que esta tierra ha conocido.
No es
fácil hacer esto. Sin embargo, cuando llegamos a entender, a la luz de la Cruz,
el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos
experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento. Sólo
entonces podremos recibir la gracia de acercarnos unos a otros, con una
verdadera contrición, dando y recibiendo el perdón verdadero. En esta difícil
tarea de perdonar y tener paz, María siempre está presente para animarnos, para
guiarnos, para mostrarnos el camino. De la misma manera que perdonó a los verdugos de su Hijo al pie de
la cruz, y luego recibió su cuerpo exánime entre sus manos, así ahora quiere
guiar al pueblo de Sri Lanka a una mayor reconciliación, para que el bálsamo
del perdón y la misericordia de Dios proporcione una verdadera curación para
todos.
Por
último, queremos pedir a María Madre que acompañe con su intercesión los
esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y cingaleses, por
reconstruir la unidad que se había perdido. Al igual que su imagen volvió a su
santuario de Madhu después de la guerra, pedimos al Señor que todos sus hijos e
hijas de Sri Lanka puedan volver a la casa de Dios con un renovado espíritu de
reconciliación y comunión.
Queridos hermanos y hermanas, me siento
feliz de estar con ustedes en la casa de María. Oremos unos por otros. Sobre
todo, pidamos que este santuario sea siempre una casa de oración y un remanso
de paz. Que, por intercesión de Nuestra Señora de Madhu, todos los hombres
encuentren aquí el ánimo y la fuerza para construir un futuro de
reconciliación, justicia y paz para todos los hijos de esta querida tierra.
Amén».
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