La Paz fue la protagonista de las palabras
del Papa Francisco antes de la oración mariana del Ángelus en el primer
domingo del año. Recibido con una gran ovación cuando apareció puntualmente en
la ventana del Palacio Apostólico, Francisco advirtió que “no hay futuro sin
propósitos y proyectos de paz”.
Habló de los diferentes
conflictos bélicos que en pleno año 2015 llenan de sangre la historia de muchas
poblaciones del mundo, y por ello insiste en que “debemos convencernos de que
la concordia es siempre posible”. Y así comenzando el año y reviviendo el
nacimiento del Señor, recuerda que la paz fue anunciada como regalo especial de
Dios con la llegada de su hijo, “Paz en la tierra a
los hombres que aman al Señor” (Lc 2,14). Francisco con su especial forma de
comunicación, y de hacer llevar los problemas del mundo a nuestra conciencia, a
nuestro día a día, explicó que cada uno de nosotros tiene una misión de
combatir la guerra y de llegar a la paz, “todos estamos llamados a reencender
en nuestro corazón un impulso de esperanza, que debe traducirse en concretas
obras de paz, de reconciliación y de fraternidad”. En este contexto explica que
los pequeños gestos tienen mucho valor, “pueden ser semillas que dan
esperanza”.
Pidió invocar a la Virgen María quien, como recuerda Francisco, en su
vida terrena vivió muchas dificultades, pero que nunca ha perdido la paz en el
corazón.
Francisco ha anunciado que el
próximo 14 de febrero se celebrará un Consistorio en el cual creará 15 nuevos
cardenales, que provienen de 13 naciones del continente, cuatro
de ellos de habla española: Mons. Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia
(México), Mons. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B, Arzobispo de Montevideo
(Uruguay), Mons. Ricardo Blázquez Pérez, Arzobispo de Valladolid (España),
Mons. José Luis Lacunza Maestrojuán, O. A. R. Obispo de David (Panamá).
Palabras del
Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Bello domingo nos regala el año nuevo. ¡Bella jornada!
San Juan dice en el Evangelio que hemos leído hoy: «En ella estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y
las tinieblas no la percibieron». «La Palabra era la luz verdadera que, al
venir a este mundo, ilumina a todo hombre» (Jn. 1,1-18).Los hombres hablan
tanto de la luz, pero a menudo prefieren la tranquilidad engañadora de la
oscuridad. Nosotros hablamos mucho de la paz, pero a menudo recurrimos a la
guerra o elegimos el silencio cómplice o no hacemos nada concreto para
construir la paz. De hecho, San Juan dice: «Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron. Porque el juicio es éste: la luz - Jesús - ha venido al mundo, pero
los hombres prefirieron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas. Cualquier persona, de hecho, que hace el mal, odia la luz. Y no viene a
la luz para que sus obras no sean reprendidas. Así dice el Evangelio de San
Juan. El corazón del hombre puede rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque
la luz descubre sus malas obras. ¡Quien hace el mal, odia la luz! ¡Quien hace
el mal, odia la paz!
Hemos iniciado hace pocos días el año nuevo en el nombre de la
Madre de Dios, celebrando la Jornada Mundial de la Paz, sobre el tema “No
esclavos, sino hermanos”. Mi auspicio es que se supere la explotación del
hombre por parte del hombre. Esta explotación es un plaga social que mortifica
las relaciones interpersonales e impide una vida de comunión marcada por el
respeto, la justicia y la caridad. Cada hombre y cada pueblo tiene hambre y sed
de paz; cada hombre y cada pueblo tiene hambre y sed de paz…por lo que es
necesario y urgente construir la paz.
La paz no es solamente la ausencia de guerra, sino una condición
general en la cual la persona humana está en armonía consigo misma, en armonía
con la naturaleza y en armonía con los demás. Ésta es la paz. Sin embargo,
silenciar las armas y apagar los focos de guerra sigue siendo la condición
inevitable para dar inicio a un camino que conduce al logro de la paz en sus
diferentes aspectos. Pienso en los conflictos que todavía ensangrientan
demasiadas regiones del planeta, en las tensiones en las familias y
comunidades: ¡en cuántas familias, en cuántas comunidades también parroquiales
hay guerras! Así como también en los contrastes encendidos en nuestras
ciudades, nuestros países, entre grupos de diferentes estratos culturales,
étnicos y religiosos. Tenemos que convencernos, no obstante todas las
apariencias en contrario, que la concordia es siempre posible, en todos los
niveles y en todas las situaciones. ¡No hay futuro sin propósitos y proyectos
de paz! ¡No hay futuro sin paz!
Dios en el Antiguo Testamento hacía una promesa. El profeta Isaías
decía: «Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará
la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2,
4). ¡Es bello! La paz es anunciada como don especial de Dios en el nacimiento
del Redentor: «Paz a los hombres que amados por Él». (Lc 2, 14)Ese don debe ser
incesantemente implorado en la oración. Recordemos, aquí, en la plaza, aquel
cartel: “En la raíz de la paz está la oración”. Este don tiene que ser
implorado y tiene que ser recibido cada día con compromiso, en las situaciones
en las que nos encontramos. En los albores de este nuevo año, todos nosotros
estamos llamados a reavivar en el corazón un impulso de esperanza, que debe
traducirse en obras concretas de la paz. “¿Tu no estás bien con esto? ¡Haz la
paz! En tu casa, ¡haz la paz! En tu comunidad, ¡haz la paz! En tu
trabajo, ¡haz la paz! Obras de paz, de reconciliación y fraternidad. Cada uno
de nosotros debe cumplir gestos de fraternidad hacia su prójimo especialmente
hacia quienes están extenuados por tensiones familiares o disidencias de
diversa índole. Estos pequeños gestos tienen mucho valor: pueden ser semillas
que dan esperanza, puede abrir caminos y perspectivas de paz.
Invoquemos ahora a María, Reina de la Paz. Ella, durante su vida
terrena, conoció no pocas dificultades, relacionadas con la fatiga diaria de la
existencia. Pero nunca perdió la paz del corazón, fruto del abandono confiado
en la misericordia de Dios. A María, nuestra tierna Madre, le pedimos que
indique al mundo entero el camino seguro del amor y de la paz. Ángelus
domini...
Después del Ángelus el Papa
dijo:
Queridos
hermanos y hermanas, dirijo un cordial saludo a todos ustedes, queridos
peregrinos que han venido de Italia y de varios países para participar en este
encuentro de oración.
En particular, saludo a los fieles de Casirate d'Adda, Alfianello,
Val Brembilla y Verona.
A cada uno expreso el deseo de pasar en la paz y en la serenidad
este segundo domingo después de Navidad, en el cual se prolonga la alegría del
nacimiento de Jesús…
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