Ana María Montero es una
de las presentadoras estrella de la CNN en español. Se incorporó a la cadena en
1997 y por el plató de su programa en Hollywood, Escenario,
pasaron durante años las principales figuras mundiales del cine y la música.
Nacida en Atlanta (Georgia), desde hace cinco años vive en Zúrich (Suiza), con su marido, Fadri Casty, y con sus dos hijas, Isabella y Madlaina, nacida con síndrome de Down. Ha hecho un paréntesis en su carrera para cuidar de su familia. Sobre ella y sobre ser madre habló recientemente con su amiga Nunu para el Blog de Los Ángeles.
Nacida en Atlanta (Georgia), desde hace cinco años vive en Zúrich (Suiza), con su marido, Fadri Casty, y con sus dos hijas, Isabella y Madlaina, nacida con síndrome de Down. Ha hecho un paréntesis en su carrera para cuidar de su familia. Sobre ella y sobre ser madre habló recientemente con su amiga Nunu para el Blog de Los Ángeles.
"En mi última escapada a Europa, necesitaba darle un abrazo a Ana María después de varios años de no vernos, mamá coraje de sus dos tesoros más preciados: el torbellino de Isabella, y la muñequita, toda sonrisotas, de Madlaina, que nació con síndrome de Down hace poco más de un año", introduce Nunu: "Salimos a cenar solas por la noche para recordar viejos tiempos. Apenas pudimos contener las lágrimas cuando conversamos acerca de ciertas profundidades insondables de la vida, especialmente al recordar los momentos del difícil embarazo que vivió a causa de esa niña por la que casi nadie apostaba que llegaría a ver la luz, que batalló en su vientre desde el quinto mes por mantenerse viva, a quien al nacer su mamá decidió bautizar con un segundo nombre: Valentina, para poder decirle así al referirse a ella: Madlaina La Valiente".
Tienes
dos hijas como dos soles… ¿Qué ha significado para ti la maternidad? ¿Qué has
aprendido de ella?
– ¡Uff! Por donde empiezo… Sí, son mis soles, en eso tienes razón. Cuando tengo días (y los tengo) en que no entiendo nada y cuestiono todo, sólo tengo que fijarme en ellas y es como si se me aclarara la vista…
– ¡Uff! Por donde empiezo… Sí, son mis soles, en eso tienes razón. Cuando tengo días (y los tengo) en que no entiendo nada y cuestiono todo, sólo tengo que fijarme en ellas y es como si se me aclarara la vista…
»He
aprendido, desde luego, lo que significa tener paciencia. Y estar
presente, no sólo físicamente, sino mentalmente: desde que nace tu primer hijo,
eres mamá 24 horas al día, no es como que puedas desconectar y decir ¡ya! basta
por hoy, no, tus hijos te necesitan… Sobre todo, cuando son tan pequeñas como
las mías.
»Aprendes a ser más creativa: te conviertes en la “crisis manager number one” mientras tratas de mantener el tipo con una sonrisa… Y creo, de manera egoísta, que estoy aprendiendo a verme como me ven ellas y a amarme a mí misma como ellas lo hacen: de manera incondicional.
»Aprendes a ser más creativa: te conviertes en la “crisis manager number one” mientras tratas de mantener el tipo con una sonrisa… Y creo, de manera egoísta, que estoy aprendiendo a verme como me ven ellas y a amarme a mí misma como ellas lo hacen: de manera incondicional.
– Ser
mamá, ¿siempre lo soñaste?
– La maternidad para mí es un camino que siempre soñé que caminaría. Al principio, pensé que lo viviría más joven… Es decir, que con veinticinco años ya estaría casada y tendría tres hijos, pero fue como si Dios me hubiese tomado de la mano y me hubiese dicho no, todavía no. Primero nos vamos por aquí. Y me llevo a CNN En Español, donde en lugar de ser esposa y mamá joven, me convertí en presentadora de televisión.
»En ese pequeño desvío, ja ja, pasaron veinte años, pero al final pude retomar mi sueño y creo que con mucha más sabiduría y experiencia que la que hubiera podido aportar que cuando tenía veinte… Y, realmente, es la faceta que a mí en lo personal me faltaba para poder seguir realizándome en la vida. Todo lo que he aprendido con mis hijas y todo lo que seguiré aprendiendo, me ayuda a seguir creciendo como ser humano y, ¡ensanchándome cada vez más el corazón!
– La maternidad para mí es un camino que siempre soñé que caminaría. Al principio, pensé que lo viviría más joven… Es decir, que con veinticinco años ya estaría casada y tendría tres hijos, pero fue como si Dios me hubiese tomado de la mano y me hubiese dicho no, todavía no. Primero nos vamos por aquí. Y me llevo a CNN En Español, donde en lugar de ser esposa y mamá joven, me convertí en presentadora de televisión.
»En ese pequeño desvío, ja ja, pasaron veinte años, pero al final pude retomar mi sueño y creo que con mucha más sabiduría y experiencia que la que hubiera podido aportar que cuando tenía veinte… Y, realmente, es la faceta que a mí en lo personal me faltaba para poder seguir realizándome en la vida. Todo lo que he aprendido con mis hijas y todo lo que seguiré aprendiendo, me ayuda a seguir creciendo como ser humano y, ¡ensanchándome cada vez más el corazón!
– ¿Se
parece la maternidad a lo que imaginabas de niña?
– No, nunca me hubiese podido imaginar lo que me esperaba. Es imposible hacerlo hasta que lo vives. ¡Eres responsable de la vida de otro ser humano! Es una gravedad que jamás podrías imaginarte cuando jugabas a las muñecas. Pero eso sí, tampoco el impresionante sentimiento que te produce verlas aprender algo nuevo, sonreír, crecer día a día… El poder llegar a querer tanto a una persona, eso nunca me lo imaginé. Es duro a veces, sacrificado siempre, pero también divertido y enriquecedor.
– Madlaina Valentina es todas sonrisas y amor.
– Sí, lo es… Es una niña muy cariñosa, mimosa, tranquila… Y que duerme bien. ¡Eso también contribuye mucho a que sea feliz! –exclama riendo-. La queremos a rabiar y me gustaría pensar que eso ella lo refleja también.
– No, nunca me hubiese podido imaginar lo que me esperaba. Es imposible hacerlo hasta que lo vives. ¡Eres responsable de la vida de otro ser humano! Es una gravedad que jamás podrías imaginarte cuando jugabas a las muñecas. Pero eso sí, tampoco el impresionante sentimiento que te produce verlas aprender algo nuevo, sonreír, crecer día a día… El poder llegar a querer tanto a una persona, eso nunca me lo imaginé. Es duro a veces, sacrificado siempre, pero también divertido y enriquecedor.
– Madlaina Valentina es todas sonrisas y amor.
– Sí, lo es… Es una niña muy cariñosa, mimosa, tranquila… Y que duerme bien. ¡Eso también contribuye mucho a que sea feliz! –exclama riendo-. La queremos a rabiar y me gustaría pensar que eso ella lo refleja también.
–
Cuando el médico te dijo que la niña nacería con problemas en el quinto mes de
embarazo, fue un momento muy difícil para ti.
– Es
curioso… Cuando la tengo delante de mí, la miro a los ojos y me río tanto con
ella, es difícil acordarme del por qué lo pasé tan mal… Porque está
claro que sí lo pasé muy mal, vamos… De ¡ábrete tierra y trágame! Que
te digan los médicos de pronto que tu embarazo viene mal, que lo más
probable es que la vida de tu bebé no llegue a término y no sobreviva y que, si
lo hace, no sólo tendrá Trisomia 21 (síndrome de Down) sino que
además, lo más probable es que nazca con muchos más problemas terribles… Sinceramente,
en ese momento, como madre estás viviendo tu peor pesadilla… En tierra
extranjera, con mi mamá, mis hermanos, ¡todos tan lejos! Fue muy, muy
fuerte.
– ¿Alguna vez se cruzó por tu mente la idea de interrumpir el embarazo?
– Me dieron la opción… Estaba ya en el límite del tiempo en el que era “legal” abortar aquí y para muchos, de cierta forma, era comprensible que lo hiciera… A pesar de que uno diga de este agua jamás beberé y que nunca sería una opción para mí, el miedo te nubla la mente… El si pudiésemos ‘borrar’ todo esto e intentarlo de nuevo, tener una segunda oportunidad… Qué gran tentación. Pero no fui capaz… En el fondo de mi corazón, sabía que nunca lo haría…
»Y en esos momentos de desolación y oscuridad ante lo desconocido, sentí una compasión enorme por todas aquellas mujeres que, alguna vez en su vida, se habían enfrentado a la misma situación que yo y habían decidido terminar su embarazo. Ese miedo, esa incertidumbre es completamente abrumadora y es normal y natural que el primer impulso sea querer escapar. Pero la formación que me dieron mis padres, el saber que cada vida es única y eternamente valiosa, que nadie es el dueño de la vida de nadie, mis creencias, mi fe, mi forma de ver la vida… Todo se aunó en ese momento y ahí encontré todo el valor que necesitaba.
»Cuando
el pediatra, uno que no conocía, me vino a ver a mi cama de hospital, fue como
si Dios me hubiera mandado un ángel. Como todos, me preguntó que qué había
decidido hacer, y le dije que seguiría adelante con el embarazo. Pensé que se
iba a llevar las manos a la cabeza, pero nunca se me olvidará la expresión de
su cara: sus ojos se iluminaron con una luz asombrosa, sonrió de oreja
a oreja, me felicitó con una alegría inmensa y me confesó que se
alegraba infinito de que le diera una oportunidad a mi hija… También me dijo
que no me preocupara de nada, que si naciera antes, él la atendería. Nunca le
olvidaré.
»Ese
momento fue muy importante para mí, el sentir que tenía un
aliado… ¡Me felicitó por mi embarazo, cuando yo casi había
olvidado el milagro que sucedía en mi vientre! Fue muy reconfortante…
Y efectivamente, él la recibió cuando llegó tres meses más tarde y fue su
primer pediatra.
»También quisiera añadir que nació con el corazón casi perfecto, no necesitó de oxígeno para respirar, nada de todo el panorama desalentador que me habían contado. Lo único a lo que tuvieron que ayudarle, fue a alimentarse porque estaba demasiado débil y cansada y prefería dormir antes que comer… Pero vamos, eso también a las dos semanas se resolvió y nos la llevamos a casa.
– ¿Cuáles son tus miedos respecto a Madlaina y qué haces para superarlos?
»También quisiera añadir que nació con el corazón casi perfecto, no necesitó de oxígeno para respirar, nada de todo el panorama desalentador que me habían contado. Lo único a lo que tuvieron que ayudarle, fue a alimentarse porque estaba demasiado débil y cansada y prefería dormir antes que comer… Pero vamos, eso también a las dos semanas se resolvió y nos la llevamos a casa.
– ¿Cuáles son tus miedos respecto a Madlaina y qué haces para superarlos?
– Como, gracias a Dios, no padece de problemas de salud más allá del síndrome de Down, por el momento estamos tranquilos. Puede que desarrolle otras cosas a medida que vaya creciendo, pero por ahora está bien. Come, duerme, ríe, llora, oye bien, ve bien, se sienta sola, empezó ya a gatear por todos lados… En fin, parece ir de acuerdo con el medio año de retraso que suelen tener los niños con trisomía 21.
»Mis miedos son más de cara al futuro… ¿Cómo será su vida?, ¿cómo llevará el colegio?, ¿la adolescencia?, ¿el amor?… ¿Podrá tener hijos? ¿Cómo la tratará el mundo? ¿Sufrirá mucho? ¿Poco? ¿La sabremos apoyar lo suficiente? ¿Estaremos haciendo todo lo posible? Trato de no pensarlo más de la cuenta, me volvería loca…
»En eso los niños, sobre todo cuando vienen con ‘special needs’ [necesidades especiales], son un recordatorio constante de esa gran verdad que dice que lo más importante es vivir el momento con tus cinco sentidos.
– ¿Qué sentiste cuando la pusieron en tus brazos por primera vez?
– ¡Tantas emociones! Pero sobre todo, una inmensa gratitud, porque finalmente la tenía conmigo, en mis brazos, y con síndrome y todo, se veía perfecta. Un angelito…
– Y
ahora, cuando la miras…
– ¡Me
derrito de amor! Vamos, ¡me quedo hecha un charco! Es difícil de describir, es
como si se me expandiera el corazón tanto que temo que se me vaya a
escapar del pecho. Y me pasa lo mismo con la mayor… Es increíble
que se pueda querer tanto a otro ser humano. Cuando miro a la peque entre
mis brazos, ella sonríe y yo le sonrío y así estamos, todo el día sonriéndonos
la una a la otra, ja ja… Y me la como a besos, claro.
– Isabella, ¿sabe que su hermanita tiene necesidades especiales? ¿Has hablado de eso con ella?
– No todavía… Recién cumplió cinco y la bebé, uno. Hasta ahora, no ha habido gran diferencia entre Madlaina y otros bebés de su edad, por lo que Isabella no pregunta. Pero sí, creo que en los próximos meses será un tema que tendremos que abordar.
Fuente: Religión en libertad
Pincha aquí para leer la entrevista en su integridad.
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