Texto completo de las palabras del Papa antes del del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ayer, en Vercelli, fue proclamado Beato el sacerdote Giacomo
Abbondo, vivido en el mil setecientos, enamorado de Dios, culto, siempre
disponible para sus parroquianos. Nos unamos a la alegría a la acción de
gracias de la diócesis de Vercelli. Y también de aquella de Monreale, donde hoy
será beatificada la hermana Carolina Santocanale, fundadora de las Hermanas
Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes. Nacida en una familia noble de Palermo,
abandonó las comodidades y se hizo pobre entre los pobres. De Cristo,
especialmente en la Eucaristía, tomó la fuerza para su maternidad espiritual y
su ternura con los más débiles.
En el contexto del Jubileo de los enfermos, se desarrolló en los
días pasados en Roma un Congreso internacional dedicado a la curación de las
personas afectadas por el morbo de Hansen. Saludo con reconocimiento a los
organizadores y a los participantes y deseo un fructuoso compromiso en la lucha
contra esta enfermedad.
Hoy se celebra la Jornada mundial contra el trabajo infantil.
Renovemos todos unidos el esfuerzo para remover las causas de esta esclavitud
moderna, que priva a millones de niños de algunos derechos fundamentales y los
expone a graves peligros. ¡Hoy hay tantos niños esclavos en el mundo!
Saludo con afecto a todos los peregrinos llegados de Italia y de varios
países para esta jornada jubilar. Les agradezco de manera especial, a ustedes,
que han querido estar presentes en vuestra condición de enfermedad o
discapacidad. Un sentido gracias también a los médicos y a los operadores
sanitarios que, en los “Puntos de la salud” preparados en las cuatro Basílicas
Papales, están ofreciendo visitas especializadas a centenares de personas que
viven en los márgenes de la ciudad de Roma. ¡Muchas gracias también a ustedes!
Que la Virgen María, a quien nos dirigimos
ahora en oración, nos acompañe siempre en nuestro camino.
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