«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


9 de octubre de 2014

LAS FAMILIAS HACEN IGLESIA

Jesucristo es nuestro primer Maestro y nuestro único Señor. Sólo en Él se encuentran palabras de vida eterna. Esto también vale respecto a la vocación humana y a la familia. El mensaje de Cristo no es cómodo, sino exigente: requiere la conversión de nuestros corazones. Y, sin embargo, es una verdad que nos libera. El objetivo fundamental de la propuesta cristiana acerca de la familia debe ser la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.

La familia de hoy no sólo es objeto de evangelización, sino también sujeto primario en el anuncio de la Buena Nueva de Cristo al mundo. Además de la vocación especial y primaria de la familia a la educación humana y cristiana de los hijos, existe una misión de los miembros de la familia de transmitir la fe y dar testimonio de ella ante los demás. En muchos países del mundo, existen comunidades vivas en las parroquias, compuestas por cónyuges o por familias enteras, que se encuentran regularmente, rezan juntos, estudian y profundizan en el Catecismo, leen la Biblia, hablan de problemas de la vida cotidiana, de las dificultades y bellezas de la vida común, de educación. En otras palabras, se esfuerzan por conjugar la fe con la vida.

Se ayudan mutuamente en caso de enfermedad, desempleo u otros problemas. Muchos de ellos participan en el trabajo de Cáritas. No pocos ayudan en la preparación de los esposos al matrimonio. Hay grupos de madres católicas que acogen a madres no creyentes, realizando así una nueva forma de misión. Hay comunidades que ayudan a las parejas en crisis o asisten a las mujeres con dificultades. Parece importante promover y difundir estas iniciativas por toda la Iglesia.

El desafío del Sínodo es proponer de nuevo al mundo de hoy, en ciertos aspectos tan similar al de los primeros tiempos de la Iglesia, el atractivo del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, subrayando la alegría que dan, pero al mismo tiempo dar respuestas verdaderas e impregnadas de caridad a los numerosos problemas que especialmente hoy tocan la existencia de la familia.

Cardenal Péter Erdö,
Relator General del Sínodo de los Obispos sobre la Familia,
de su Relatio ante disceptationem

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