Monseñor Martin, arzobispo de Dublín, explica a la prensa su experiencia
como participante del Sínodo sobre la familia que tuvo lugar en 1980
El Sínodo de los Obispos ha concluido la
primera fase de los trabajos, por lo que ahora los padres sinodales y auditores
están descansando para retomar el lunes por la mañana. En estos días, los
relatores y el secretario especial con algunos colaboradores trabajan en la
Relatio post disceptationem, que será presentada el lunes.
En la jornada del viernes se reunieron
por primera vez los Circuli minores, que componen la segunda fase
de los trabajos sinodales. Fueron nombrados moderadores de los grupos los
cardenales Sarah, Schönborn, Burke, Napier, Filoni, Bagnasco, Robles Ortega y
Martínez Sistach y los monseñores Kurtz y Massagra.
Durante la tarde de ayer se escuchó a
los delegados fraternos. Una segunda parte se dedicó a una reunión de los Circuli
minores que ya han comenzado a hablar sobre los distintos argumentos.
Los grupos retomarán su actividad el lunes por la tarde.
En la sesión informativa con los periodistas
realizada el sábado por la mañana, el padre Lombardi, director de la Sala de
Prensa del Vaticano, ha indicado que los delegados fraternos intervinieron el
viernes. Lo hicieron todos menos Hilarion - representante del patriarcado de
Moscú- que no estaba presente y tendrá otra ocasión para intervenir. Asimismo,
el portavoz vaticano ha precisado que fue muy interesante la intervención de
Atenagora, metropolita de Bélgica, porque tocó puntos de la visión ortodoxa, de
la que se ha hablado muchas veces en el debate.
Monseñor Diarmuid Martin, arzobispo
de Dublín, ha estado presente en la sala de prensa con los periodistas.
El prelado ha compartido su experiencia como participante del Sínodo que se
celebró en 1980, también sobre la familia.
De este modo, ha señalado que "es
interesante que el tema de la familia haya sido el tema elegido por Juan Pablo
II y por el papa Francisco para sus primeros Sínodos. Creo que esto deriva
también del hecho que ambos eran obispos diocesanos, un año antes de los
respectivos Sínodos, y que veían la centralidad de la familia para el
desarrollo de la Iglesia y para la estabilidad de la sociedad". Veían
también -ha añadido- los desafíos que la familia, como institución, y las
familias debían afrontar en la cultura de ese momento.
El prelado de Dublín ha llamado la
atención también sobre el hecho de que en el Sínodo del año 1980 fue el primero
en el que hubo un gran número de auditores, muchos casados entre ellos. Además,
ha recordado que el relator general fue el cardenal Ratzinger. A propósito, ha
afirmado que es interesante leer la Relatio ante disceptationem y la de después
y ver "como muchos de los temas eran los mismos". Por eso ha
precisado que Ratzinger "habló también de la cuestión de la relación entre
fe y la validez del matrimonio".
Haciendo una comparación con el Sínodo
actual, el arzobispo de Dublín ha matizado que ahora se ve que la cultura
general de la familia ha cambiado todavía más. Al respecto ha afirmado que
"lo que me impresiona esta vez es escuchar problemáticas que antes eran
afrontadas sólo por los obispos europeos y occidentales. Hoy, sin embargo, las
mismas 'invasiones' de una cultura distinta se registran en América Latina y en
África".
Finalmente, hablando de su experiencia
personal, el arzobispo ha observado que él "encuentra en su diócesis cada
día personas, también las personas más pobres, que viven en situaciones muy
difíciles, y que viven verdaderamente los valores de la fidelidad, de la
dedicación hacia los hijos, pero no serían nunca capaces de expresar esto en
las formulaciones de nuestra teología: esto no quiere decir que no vivan esta
realidad". Es necesario -ha afirmado- tener un nuevo tipo de diálogo con
las familias y un nuevo lenguaje: una cuestión tocada por muchos".
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