«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


9 de octubre de 2014

SÍNODO: «HAY UNA CRISIS DE METODOLOGÍA» EN LA PASTORAL FAMILIAR

Si tenemos la verdad, ¿cómo podemos transmitirla bien?: de este tema se están ocupando durante estos primeros días los padres sinodales, que comienzan cada jornada escuchando el testimonio de un matrimonio. Éstas son las novedades del Sínodo:

¿Cómo vivieron nuestros padres su matrimonio de modo que nos han guiado hasta donde estamos hoy nosotros como matrimonio católico?: ésta es la pregunta a la que han dado respuesta Jeff y Alice Heinzen, un matrimonio estadounidense, en su testimonio ante la Asamblea del Sínodo de Obispos sobre la Familia. Ambos recuerdan a sus respectivos padres rezando el Rosario, participando en las procesiones del Corpus Christi, levantándose temprano para ir a Misa y, sobre todo, recuerdan «los tiernos besos que frecuentemente se daban nuestros padres», por lo que pueden decir que «nuestras casa eran escuelas de amor».
Sin embargo, este matrimonio invitado al Sínodo como auditores, lamenta que hoy «muchos chicos crecen sin la bendición del matrimonio de sus padres, o crecen en familias rotas por el divorcio o por los embarazos fuera del matrimonio, o simplemente no tienen ocasión de ser testigos de ningún amor matrimonial. ¿Cómo pueden entonces formar después un matrimonio para toda la vida?»
Por todo ello, el matrimonio Heinzen diagnostica que la Iglesia de hoy padece «no una crisis de fe, sino una crisis de metodología», y pide que del Sínodo salgan resoluciones concretas: «debemos encontrar maneras más efectivas de compartir la bendición de Dios sobre el matrimonio y la familia», así como reclama «maneras sencillas, prácticas y convincentes» para lograrlo. «Tenemos que examinar los métodos por los que mostramos a nuestros hijos la vocación al matrimonio», por ejemplo «incluir el matrimonio en todos los programas de pastoral vocacional», como una vocación más.
«Nosotros, como Iglesia católica, tenemos la verdad sobre el amor y el matrimonio; sólo hay que buscar el lenguaje y la manera de transmitirla del modo más apropiado. Todas las familias merecen tener la alegría que tienen las parejas casadas» en Cristo, afirman.

Retos y propuestas
En las ponencias y turnos de intervenciones libres, los padres sinodales hablaron, durante la tarde del martes y la mañana del miércoles, de los siguientes temas:

Preparación al matrimonio: se ha pedido realizar un Vademecum, dedicado a la catequesis sobre la familia. Además, se habló de la debilidad de la fe de muchos de los bautizados, causa de que muchos cónyuges lleguen al matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado.
Por eso, se subrayó el vínculo entre el Bautismo y el Matrimonio: sin una iniciación cristiana seria y profunda, el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo. Además, es necesario prestar también una atención específica a la educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad.
Conciliación trabajo-familia: son dos dimensiones que hay que conciliar, debido también a los horarios de trabajo cada vez más flexibles, a los nuevos modelos contractuales, a las distancias geográficas entre el hogar y el lugar de trabajo. Además hay que tener en cuenta que con la tecnología el trabajo entra en casa haciendo más difícil el diálogo familiar.
Indisolubilidad del matrimonio: en nuestros días parece cómo si la ley se contrapusiera al bien de la persona. En realidad, la verdad del vínculo conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona, por lo tanto, no se trata de contraponer ley y persona, sino de apurar cómo contribuir a no traicionar la propia verdad.
Divorciados que se han vuelto a casar: se precisa la prudencia que requieren las grandes causas, pero también conjugar la objetividad de la verdad con la misericordia por la persona y su sufrimiento; muchos fieles se encuentran en una situación de la que no son culpables.
Ancianos y enfermos: los padres sinodales han recordado la gran contribución de los abuelos en la transmisión de la fe en la familia. Es importante que el núcleo familiar acoja, con solidaridad, cuidado y ternura, a las personas de la tercera edad. La misma importancia debe darse a los enfermos, para acabar con esa cultura del descarte que denuncia el Papa a menudo.
Fuente: Alfa y Omega


No hay comentarios:

Publicar un comentario