El informe
final del Sínodo Extraordinario de la Familia ha hecho honor al tema que
trataba, algo mucho más difícil de apreciar en el texto precedente elaborado
por el relator, francamente desafortunado y que tanto juego ha dado a los
medios de comunicación, porque el Sínodo trata de los desafíos de la pastoral
familiar en el contexto de la evangelización, y esa misión evangelizadora
aparecía con dificultad en el texto de trabajo previo, que se presentaba, ahora
ya está claro que no era así, como una síntesis de las intervenciones de los
padres sinodales.
El informe
final es un texto en gran medida nuevo, no solo por su mayor extensión sino por
los numerosos cambios introducidos y el sólido engarce con el Magisterio de la
Iglesia, es decir con los acuerdos fundamentales que la caracterizan y
establecen su Tradición; basta observar las citaciones documentales para
constatarlo: evangelios, San Pablo, Antiguo Testamento, los textos conciliares
básicos, Catecismo y textos magisteriales que dan cuerpo y sentido al anuncio
evangelizador y a la concepción de la familia y la antropología cristiana como
la Humane Vitae y la Familiaris Consortio, y
tambiénDeus Caritas est y Caritas in veritate, hasta la
última encíclica, la de Francisco, Evangeli Gaudium.
Los cambios
del documento se dan primero en la estructura. Más importancia y valor al
concepto de familia cristiana, que antes tenía un papel secundario, y a la
inversa, un menor protagonismo de las situaciones que son excepción a la misma.
Hay cambios en los títulos de los apartados que son bien explícitos. Así, en lo
que el documento del relator era “Lo positivo en las uniones civiles y en las
convivencias” se ha transformado en “El cuidado pastoral de los que viven en
uniones civiles y convivencias”; y en un sentido parecido el “acoger a las
personas homosexuales” es ahora “El cuidado pastoral de las personas
homosexuales”.
Se introducen
aspectos fundamentales como “La familia en los Documentos de la Iglesia”, o el
dedicado a la indisolubilidad del matrimonio, que ahora constituye un elemento
destacado.
Algunos
puntos que resultaron sorprendentes han sido substancialmente cambiados. Así,
el 52 ahora establece solo un relato descriptivo de lo sucedido: “Se reflexionó
sobre la posibilidad de que los divorciados casados de nuevo acceso a los
sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía”. Varios padres sinodales han
insistido en favor de las actuales normas en vigor de la relación fundamental
entre la participación en la Eucaristía y la comunión con la Iglesia y su
enseñanza sobre el matrimonio indisoluble. Otros se han expresado por un
acogimiento no generalizado a la mesa eucarística, en algunas situaciones
especiales y bajo condiciones estrictas, sobre todo cuando se trata de casos
irreversibles y relacionados con obligaciones morales para con sus hijos, que
sufrirían sufrimientos injustos. Cualquier acceso a los sacramentos debe ir
precedido de un camino penitencial bajo la responsabilidad del obispo
diocesano. Sigue siendo el tema en profundidad, teniendo en cuenta la
distinción entre la situación objetiva de pecado y las circunstancias
atenuantes, ya que "la imputabilidad o la responsabilidad de una acción
pueden disminuir o incluso desaparecer" por "factores psicológicos o
sociales" diferentes (Catecismo de la Iglesia Católica, 1735), pero a
pesar de ello no consiguió la mayoría de los dos tercios necesaria, en un claro
señalamiento, junto con la consideración de los otros cambios de por dónde va
el pensamiento del Sínodo.
Algo parecido
se puede decir del 53, también sin la mayoría necesaria, a pesar de una nueva
formulación más prudente: “Algunos padres han argumentado que las personas
divorciadas y vueltas a casar o convivientes pueden recurrir a la comunión
espiritual fructífera. Otros padres se han preguntado por qué entonces no
pueden tener acceso a los sacramentos. A continuación, pidieron una
profundización del tema que puede poner de manifiesto las peculiaridades de las
dos formas y su relación con la teología del matrimonio”
La
homosexualidad, con un tratamiento mucho más breve, tampoco pasó el cedazo de
los dos tercios, ahora con una formulación que parte del cuidado pastoral de
las personas con orientación homosexual y que en el informe final aparece con
el numero 55 lo que antes eran los puntos 50, 51, y 52. El cambio aquí es
substancial: desaparece todo lo referido a los dones y cualidades de las
personas homosexuales, que figuraba en el texto del relator, y que confería una
identidad humana distinta de la de la persona humana común a todos, y a la
diferencia antropológica entre hombre y mujer. Tampoco se trata de que la
cuestión homosexual interpele a los caminos de la madurez humana en su
integración de la sexualidad, conceptos que ontológicamente se anclaban más en
la extraña ideología de género que en la Tradición y el Magisterio. Ahora el
texto queda así:
“Algunas
familias viven la experiencia de tener a su gente internos con orientación
homosexual. En este sentido, hemos cuestionado sobre la atención pastoral que
es apropiada para hacer frente a esta situación al referirse a lo que enseña la
Iglesia: 'No hay fundamento alguno para asimilar o establecer ni remotamente
similar, incluyendo uniones del mismo sexo y el plan de Dios para el matrimonio
y la familia'. Sin embargo, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales
deben ser acogidas con respeto y sensibilidad. 'En su sentido debe evitarse
todo signo de discriminación injusta' (Congregación para la Doctrina de la Fe,
Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones
entre personas homosexuales, 4)”.
Además,
aparece un nuevo punto, el 56, este sí, aprobado por una mayoría clara superior
a los dos tercios que constituye una verdadera declaración de principios ante
los poderes políticos en relación a este tema: “Es totalmente inaceptable que
los pastores de la Iglesia sufran las presiones en este asunto y que los
organismos internacionales para condicionar la ayuda financiera a los países
pobres, la introducción de leyes que establecen el 'matrimonio' entre personas
del mismo sexo”.
A los medios
de comunicación y sectores mundanos les resulta muy difícil aceptar la
“democracia sinodal” y ahora ya hablan de texto “menos progresista”, o de
fractura, es decir continuarán intentando hacer su Sínodo, y con ello mostrarán
dos cosas: lo importante que sigue siendo el pensamiento católico, porque de lo
contrario no le otorgarían tanta importancia, y cómo quieren evitar como sea
que el hecho cristiano siga interpelando a la cultura de la desvinculación,
hegemónica en Occidente.
De todo esto
una enseñanza es básica: si se quiere saber realmente qué dice la Iglesia sobre
una cuestión se debe acudir a fuentes fiables, directas, de ella misma, o
secundarias que asumen esta fiabilidad con rigor, como Forum Libertas.
ForumLibertas.com
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