El ‘Relatio post disceptationem’ recopila las reflexiones principales que
los Padres Sinodales han emitido durante estos días y que constituye la base
para los documentos finales del Sínodo. La conclusión: reafirma la fidelidad al
Evangelio pero sin que falte una atención particular a las fragilidades
familiares
El Cardenal
Peter Erdö, Relator general del Sínodo, ha presentado la “Relatio post disceptationem”, es decir, la “Relación después
de la discusión” de esta III Asamblea General Extraordinaria sobre la familia,
que recopila las reflexiones principales que los Padres Sinodales han emitido
durante estos días y que constituye la base para los documentos finales del
Sínodo.
Los 180
cardenales, obispos, auditores y expertos del Sínodo extraordinario sobre la
familia se han puesto de acuerdo en hacer una base de trabajo pastoral
valiente. Y en la "Relatio post disceptationem", leída en el aula por
el cardenal Peter Erdö, relator general, reafirma la fidelidad al
Evangelio pero sin que falte una atención particular a las fragilidades
familiares.
El documento
sinoidal aborda de forma integral los diferentes aspectos que afecta a la
familia y sus retos en los tiempos actuales. A pesar de eso, algunos medios de comunicación monopolizan la temática del Sinodo como
si fuera un pulso entre un hipotético sector progresista de la Iglesia abierto
al matrimonio homosexual y otro más conservador. El primero estaría encabezado
por el propio Papa Francisco.
El Sínodo, en su punto central
El Sínodo, al
llegar a este punto, se centra en la misericordia y hace hincapié en la
urgencia, por el tiempo actual, de nuevos caminos pastorales. Porque esas
dificultades en las que están las familias a menudo "han sido 'sufridas'
más que elegidas en plena libertad".
El debate
está aún en proceso: la Relatio es ahora una síntesis de las discusiones mantenidas
en las Congregaciones generales de esta primera semana de encuentro. El
cardenal Erdö usa el condicional, dando a entender que para las decisiones más
concretas es necesario esperar al 19 de octubre, después de las discusiones de
los Circuli minores que comenzaron el viernes por la tarde y
continuarán toda la semana.
Por tanto, no
se puede esperar, como muchos lo hacían, un rotundo "sí" o
"no" sobre la posibilidad de acceso a los sacramentos de personas en
situaciones anómalas, como en el caso de los divorciados vueltos a casar.
"No
es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del “todo o
nada”, ha dicho Erdö al respecto. Sobre el tema se mantienen dos líneas:
"algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento
teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien
precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin
determinar nuevas injusticias y sufrimientos".
La 'novedad'
es la propuesta avanzada por algunos que "el eventual acceso a los
sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial -bajo la responsabilidad
del obispo diocesano- y con un compromiso claro a favor de los hijos".
"Se trataría -ha dicho Erdö- de una posibilidad no generalizada, fruto de
un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que
tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y
circunstancias atenuantes".
Los criterios
elegidos por los padres sinodales para trabajar estas cuestiones delicadas son
tres: escucha, mirada fija en Cristo y discernimiento "a la luz del Señor
Jesús". La Iglesia, "casa paterna" y "antorcha en medio de
la gente" --se afirma-- tiene la labor de acompañar con paciencia, delicadeza,
atención y cuidado a sus hijos más frágiles, "marcados por el amor herido
y perdido".
Por tanto, se
advierte la necesidad de decir "una palabra de esperanza y de
sentido" a esta gente, acogiendo a las personas con su existencia
concreta, sabiendo "sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la
voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia, incluso de quien ha
experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más desesperadas".
En esta
línea, se pide un discernimiento espiritual "acerca de las convivencias y
de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar" porque -se
explica- "compete a la Iglesia reconocer estas semillas del Verbo
dispersas más allá de sus confines visibles y sacramentales".
"La
Iglesia -ha dicho Erdö- se dirige con respeto a aquellos que participan en su
vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que
custodian, en vez de los límites y las faltas".
Además de
"curar las heridas" de divorciados vueltos a casar, la Iglesia está
llamada también a la acogida de las personas homosexuales que -se lee en el
documento- "tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad
cristiana". La cuestión homosexual "interpela a una reflexión seria
sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez
humana y evangélica integrando la dimensión sexual". Ninguna duda
sobre el hecho de que "las uniones entre personas del mismo sexo no pueden
ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer". Tampoco
"es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los
pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la
introducción de normas inspiradas en la ideología gender". La Iglesia,
además -dice la Relatio- pone atención especial en los niños que viven con parejas
del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las
exigencias y derechos de los pequeños".
Pensando
siempre en los pequeños, en el documento los padres sinodales invocan
"respeto y amor" por cada familia herida, sobre todo quien ha sufrido
injustamente el abandono del cónyuge, evitando "actitudes
discriminatorias" hacia los niños. "Es indispensable hacerse cargo de
manera leal y constructiva de las consecuencias de la separación o del
divorcio, en los hijos --se afirma-- ellos no pueden convertirse en un 'objeto'
de contienda y se deben buscar las formas mejores para que puedan superar el
trauma de la división familiar y crecer en el modo más posible sereno".
Los
participantes del Sínodo remarcan la necesidad de una "preparación
adecuada al matrimonio cristiano" porque no es sólo "una tradición
cultural o una exigencia social", sino "una decisión vocacional".
No se "complican" los ciclos de formación, sino que se quiere
"ir en profundidad" no limitándose a orientaciones generales. En este
sentido, se debe renovar también "la formación de los presbíteros", a
través de una implicación de las mismas familias "privilegiando su
testimonio". Del mismo modo, las parejas son acompañadas también después
de la celebración del matrimonio, un periodo "vital y delicado" lleno
de alegrías pero también desafíos que la Iglesia debe ayudar a los cónyuges a
afrontarlos.
De matrimonio también se ha hablado en relación a la simplificación de los
procedimientos para el reconocimiento de la nulidad. Entre las propuestas han sido
indicadas la superación de la necesidad de la doble sentencia conforme; la
posibilidad de determinar una vía administrativa bajo la responsabilidad del
obispo diocesano; un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad
notoria. También se ha propuesto considerar la posibilidad de dar relevancia a
la fe de los novios en orden a la validez del sacramento del matrimonio. Hay
que destacar que en todos los casos se trata de establecer la verdad sobre la
validez del vínculo. También se pide el aumento de la responsabilidad del
obispo diocesano, el cual en su diócesis podría encargar a un sacerdote
debidamente preparado que pueda gratuitamente aconsejar a las partes sobre la
validez del matrimonio.
A propósito
de los laicos, el Sínodo anima el compromiso de los laicos en el ámbito
cultural y socio-político, para que factores externos no obstaculicen la
"auténtica vida familiar, determinando discriminaciones, pobreza,
exclusiones, violencia". No por casualidad el tema elegido por el Papa
para el próximo Sínodo ordinario del 4 al 25 de octubre de 2015 es "La
vocación y la misión de la familia en la Iglesia en el mundo
contemporáneo". Lo ha anunciado en la mañana de este lunes el cardenal
Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, en la apertura de los
trabajos, en presencia del papa Francisco.
Fuente: ForumLibertas.com
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