«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


3 de octubre de 2014

SÍNODO

Divorciados vueltos a casar
El Papa abraza a Benedicto XVI,
que acudió a la celebración del Santo
Padre con los abuelos, el pasado domingo

El Sínodo comenzó, en realidad, su primera etapa con un Consistorio de todos los cardenales del mundo que el Papa convocó para hablar de la familia, el 20 de febrero pasado. Francisco encomendó la intervención principal al cardenal Walter Kasper, Presidente emérito del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. En su primer Ángelus como Papa, Francisco elogió el libro sobre la misericordia que escribió Kasper y que le había regalado durante el cónclave.

Kasper habló sobre el tema de la familia y, en la última parte de su discurso, presentó la posibilidad de dar la Comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar, después de haber seguido un itinerario personal, caso por caso, en determinadas circunstancias y tras un recorrido penitencial. Al día siguiente, Francisco elogió la intervención en su conjunto, por considerar que el cardenal Kasper hacía «teología de rodillas».

Aquella intervención del cardenal Kasper generó reacciones críticas entre algunos cardenales, encontrando amplio eco entre los medios informativos. Parece vivirse, en cierto sentido, una atmósfera de debate y confrontación, como la que se vivió en los años sesenta, durante el Concilio Vaticano II. El 1 de octubre se ha publicado en Italia y los Estados Unidos el libro Permanecer en la verdad de Cristo, en el que el cardenal Gerhard L. Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, así como otros autores, entre ellos los cardenales Walter Brandmüller, Raymond L. Burke, Velasio De Paolis y Carlo Caffarra, critican severamente propuestas como la de Kasper, si bien es cierto que algunos de esos artículos habían sido escritos con anterioridad a su intervención en el Consistorio.

Estos autores consideran que cambiar la disciplina de la Iglesia sobre el acceso a la Comunión eucarística implica ceder en la defensa del carácter indisoluble del matrimonio. Por lo demás, en este importante debate sobre la familia, en ningún momento está en duda la cuestión de que el matrimonio cristiano constituye una unión de por vida (hasta que la muerte nos separe). Se trata de una afirmación clarísima en la enseñanza de Jesucristo. Y la Iglesia no puede deliberar ni cambiar las verdades de fe, que forman parte de su tradición desde siempre.

La cuestión del acceso a la Comunión hace referencia a la disciplina de la Iglesia que busca garantizar el respeto de los sacramentos. El hecho de que la Comunión y la Confesión sacramental no son un privilegio de pocos, sino una ayuda fundamental para la vida, están llevando a buscar propuestas que no pongan en duda la naturaleza de la unión entre un hombre y una mujer, pero que al mismo tiempo puedan servir para sanar las heridas de la vida y acercar a Dios (en vez de alejarse) a quien ha realizado una nueva unión, después de haber roto el lazo sacramental del matrimonio en el pasado. Se trata de situaciones que generan gran sufrimiento en los cónyuges y en los hijos, sumamente frecuentes hoy día, que interpelan el corazón de madre de la Iglesia.

Otra de las cuestiones de disciplina de la Iglesia que analizará el Sínodo son las declaraciones de nulidad matrimonial por parte de los tribunales eclesiásticos. Los proceso son largos y con frecuencia dolorosos. No se trata de un divorcio católico, sino del reconocimiento, por parte de un juez eclesiástico, de que el matrimonio nunca existió, pues faltaron algunas de sus condiciones, como, por ejemplo, la libertad, la apertura a la vida, o la voluntad de casarse para toda la vida.

En vísperas del Sínodo, el Papa ha instituido una comisión especial de estudio para la reforma de los procesos de nulidad para «simplificar el procedimiento, haciéndolo más sencillo y salvaguardando el principio de indisolubilidad del matrimonio».

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