DENUNCIÓ
LA INJUSTICIA DE LA «CULTURA DE LA MUERTE»
La funcionaria de derechos humanos de mayor
rango en la ONU, Navi Pillay, miraba hacia abajo y estaba inquieta mientras el
Papa Francisco daba un mensaje provida sin ambigüedades al secretario general
Ban Ki-moon y a altos funcionarios de la ONU. Los niños por nacer son «nuestros
hermanos y hermanas», dijo el papa Francisco a Pillay y a sus colegas reunidos
en Roma para una reunión de coordinación.
La oficina de Pillay facilita la tarea de los comités de la
ONU que hace poco dijeron al Vaticano que modifique la enseñanza de la Iglesia
sobre el aborto.
«Hoy, en concreto, la conciencia de la
dignidad de cada hermano, cuya
vida es sagrada e inviolable desde su concepción hasta el fin natural, debe
llevarnos a compartir, con gratuidad total, los bienes que la providencia
divina ha puesto en nuestras manos», exhortó el Papa.
El mensaje llega en un momento
decisivo, cuando
las Naciones Unidas debaten un nuevo plan de desarrollo para reemplazar los
Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en 2015 y contribuir con la
erradicación de la pobreza, con mejoras en la salud y con el desarrollo
económico. La Asamblea General de la ONU está realizando consultas para reunir
consenso sobre un esquema conocido como Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El Papa elogió los esfuerzos realizados hasta ahora por la ONU, aunque advirtió que
muchos todavía están excluidos de los beneficios del progreso social y
económico, entre ellos, los niños por nacer.
Denunció la injusticia de la «cultura
de la muerte» y de la
«cultura del descarte» de nuestro tiempo. Según el Pontífice, el aborto forma
parte de esa cultura, junto con la «economía de la exclusión». Instó a los
funcionarios de la ONU a rebatir estas injusticias mediante una «movilización
ética mundial».
El progreso equitativo solo puede
obtenerse mediante
un «empeño solidario constante, acompañado de una gratuidad generosa y
desinteresada a todos los niveles», les dijo.
El Papa Francisco asimismo pidió a los funcionarios que brindaran «adecuada protección a la
familia» como «elemento esencial de cualquier desarrollo económico y social
sostenibles».
La intercesión del Pontífice en favor
de los niños por
nacer y de la familia evoca las intervenciones de Juan Pablo II previas a una
ambiciosa conferencia de la ONU sobre población y desarrollo en 1994, en la que
los esfuerzos del gobierno de Clinton y de funcionarios de la ONU para
conseguir que el aborto fuera reconocido como derecho humano fueron
obstaculizados por el predecesor de Francisco.
Las negociaciones de la agenda de
desarrollo post
2015 son el nuevo campo de batalla en el que se desarrolla un enfrentamiento
similar.
El mensaje del papa Francisco tiene como objetivo evitar que la ONU apruebe el aborto
incluso de manera indirecta con el pretexto de brindar salud materna o sexual y
reproductiva.
Los países donantes que apoyan el
aborto y los
funcionarios de la ONU responsables ante ellos lo incluyen como componente
indispensable de la salud materna y de la salud sexual y reproductiva. Las
agrupaciones que ofrecen y promocionan el aborto aprovechan las ambigüedades en
relación con él en políticas de la ONU para obtener fondos.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio canalizaron con éxito recursos para problemas específicos.
Pero quedan pendientes muchas dificultades e incertidumbres al establecerse un
nuevo conjunto de metas.
La agenda se ha extendido en mucho más de una docena de objetivos, metas e indicadores
definidos a grandes rasgos. No existe acuerdo sobre detalles hasta el momento.
Los críticos temen que la agenda de
desarrollo post
2015 se oriente lejos de la ayuda a los países pobres en su lucha contra la
pobreza y las enfermedades, y se centre en objetivos universales inalcanzables
en una amplia gama de cuestiones ambientales y sociales muy preciadas para los
países ricos.
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