El Santo Padre abre la Asamblea General de la Conferencia Episcopal
Italiana. Destaca tres lugares donde los obispos tiene que estar: familia, trabajo e inmigración
El papa Francisco ha
indicado que siempre le ha tocado mucho el pasaje de la conversación entre
Jesús y Pedro que termina con el "Sígueme". Una palabra. Por ello, el
Papa ha señalado que "seguir a Jesús es más importante que nosotros".
Lo ha hecho esta tarde en el Vaticano, en la apertura de la 66º Asamblea
General de la Conferencia Episcopal Italiana.
Provocando las risas y los aplausos de los prelados, el
Santo Padre ha indicado que un periódico decía que en la presidencia de la CEI
había unos hombres del Papa y otros no. Y para aclarar esas dudas dijo:
"En la Presidencia son todos hombres del Papa, por hablar en este lenguaje
político. Nuestro lenguaje es de comunión", ha afirmado Francisco.
El Papa ha querido ofrecer tres aspectos que les ayudan a
definir su perfil de pastores.
En primer lugar, pastores de una la Iglesia que es
comunidad del Resucitado. Por eso les ha invitado a preguntase: ¿Quién es para
mí Jesucristo? ¿Cómo ha marcado la verdad de mi historia? ¿Qué dice de Él mi
vida? Así, ha afirmado que "la fe es memoria viva de un encuentro,
alimentado al fuego de la Palabra que plasma el ministerio y unge todo nuestro
Pueblo. La fe es sigilo puesto en el corazón, sin esta custodia, sin la oración
activa, el Pastor es expuesto al peligro de avergonzarse del Evangelio
terminando por disolver el escándalo de la Cruz en la sabiduría mundana".
El Santo Padre ha entonces enumerando una serie de
tentaciones que se pueden sufrir como pastor porque "si nos alejamos
de Jesucristo, si el encuentro con Él pierde su frescura terminamos por tocar
con la mano solamente la esterilidad de nuestras palabras y nuestras
iniciativas. Porque los planes pastorales sirve, pero nuestra confianza se
coloca más allá: en el Espíritu del Señor que, en la medida de nuestra
docilidad, nos abre continuamente los horizontes de la misión". De este
modo, Francisco les ha invitado a no cansarse de buscar al Señor y dejarse
buscar por Él. Y les recuerda que es Él lo más precioso que estamos llamados a
ofrecer a la gente.
¡Todo es gracia!, ha indicado. Incluso las fatigas humanas si
son vividas con el corazón abierto al Señor, con la paciencia del artesano, con
el corazón del pecador arrepentido.
El segundo aspecto expuesto por Francisco: pastores de una
Iglesia que es cuerpo del Señor. Y les ha preguntado: ¿Qué imagen tengo de la
Iglesia, de mi comunidad eclesial? ¿Me siento hijo además de pastor? ¿Sé dar
gracias a Dios o tengo en cuenta sobre todo las tardanzas, los defectos y las
faltas? ¿Cuánto estoy dispuesto a sufrir por ella? El obispo de Roma ha
indicado a la CEI que la misión de pastor requiere un corazón despojado de
cualquier interés mundano, lejano de la vanidad y de la discordia; un corazón
que acoge, capaz de sentir con los otros y también de considerarlo más dignos
de sí mismo.
En esta perspectiva, el Pontífice ha querido recordar las palabras de Pablo VI dirigiéndose hace 50 años a los
miembros de la CEI. En esa ocasión, el futuro beato habló del servicio a la
unidad como cuestión vital para la Iglesia. Por ello, ha indicado Francisco,
"la fatal o por tanto la pobreza de comunión constituye el escándalo más
grande, la herejía que desfigura el rostro del Señor y mata a su Iglesia. Nada
justifica la división: mejor ceder, mejor renunciar --dispuestos a veces
también a llevar sobre sí la prueba de una injusticia-- en vez de dejar la
túnica y escandalizar al pueblo santo de Dios".
Por eso, ha advertido sobre el chismorreo, las medias verdades,
la letanía de las lamentaciones, "el roer los celos, la ceguera inducida
por la envidia, la ambición que genera corrientes, facciones y sectarismos: qué
vacío está el cielo de quien está obsesionado con sí mismo".
Por otro lado, ha subrayado la necesidad de participación y
colegialidad, de diálogo, en la búsqueda y en la fatiga de pensar juntos. Y ha
añadido lo que es importante en una asamblea: "que cada uno diga lo que
siente, hacerlo ante los hermanos, y esto edifica la Iglesia, ayuda, sin tener
vergüenza, decirlo así". A continuación, el Papa ha invitado a la
CEI a ser "espacio vital de comunión al servicio de la unidad, en la
valorización de las diócesis, también de las más pequeñas. A partir de las
conferencias regionales".
Asimismo, Francisco ha pedido a los obispos que estén cerca de
sus sacerdotes: "hacer que en vuestro corazón puedan sentirse siempre en
casa". Además invitó a pedir "a los consagrados, a los religiosos y
religiosas ser testimonios felices: no se puede narrar a Jesús con lloriqueo;
más aún, cuando se pierde la alegría, se terminar por leer la realidad, la
historia y la misma propia vida bajo una luz distorsionada".
Por ello, les ha pedido que escuchen al rebaño y que confíen en
su sentido de fe y de Iglesia, que se manifiesta también en tantas formas de
piedad popular. También les ha pedido que acompañen el crecimiento de una
corresponsabilidad laical, y que para ello es necesario reconocer
"espacios de pensamiento, de proyección y de acción a las mujeres y a los
niños: con sus intuiciones y su ayuda será posible no quedarse aún en una
pastoral de conservación --de hecho genérica, dispera, fragmentada y poco
influyente-- para asumir una pastoral que use como punto de partida lo
esencial".
En el tercer punto de su discurso, el Santo Padre recuerda las
palabras de Jesús 'He tenido hambre..., he tenido
sed..., he sido extranjero....' Y ha invitado a preguntarse si
"temo el juicio de Dios", el Papa habla de tentaciones que
obstaculizan el crecimiento del Reino y el proyecto de Dios en la familia
humana, que se expresan en "la distinción que a veces aceptamos hacer
entre los nuestros y los otros. En las clausuras de quien está convencido de
tener bastante con los propios problemas, sin tener que cuidar de la injusticia
que es causa de los otros; en la espera estéril de quien no sale del propio
recinto y no atraviesa la plaza, sino que permanece sentado a los pies de
torre, dejando que el mundo vaya por su camino".
El papa Francisco ha pedido la elocuencia de los gestos, ser
sencillos en el estilo de vida, desprendidos, pobres y misericordiosos, para
caminar enviados y no interponer nada entre vosotros y los demás. Así como ser
libres interiormente para poder ser cercanos a la gente.
Por otro lado, ha señalado tres lugares en los que la presencia
de los obispos es necesaria y significativa: la familia, la sala de espera de
los parados, trabajadores precarios... y los inmigrantes. Al respecto ha pedido
que "las situaciones difíciles vividas por tantos de nuestros contemporáneos
os encuentren atentos y partícipes, preparados a renegociar un modelo de
desarrollo que se aprovecha de lo creado, sacrifica las personas sobre el
altar del provecho y crea nuevas formas de marginación y de exclusión".
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