El veto de la Comisión Europea a la iniciativa
ciudadana de defensa del embrión humano contra la investigación One of Us puede
ser visto como una doble negación de la democracia: respecto a los
parlamentarios europeos recién elegidos este fin de semana, y sobre todo
respecto a los ciudadanos europeos, cuya palabra aparentemente pesa mucho menos
que los intereses defendidos por inter-grupos supuestamente progresistas y los
poderosos lobbies de la industria farmacéutica.
(Aleteia)
Dos millones de firmas a la basura… El veto de la Comisión Europea a la
iniciativa ciudadana de defensa del embrión humano contra la investigación One
of Us te encantará, sobre todo si formas parte de los valientes que
fueron a votar el domingo pasado.
La Comisión tenía hasta el 18 de mayo para
decidir sobre esta iniciativa sin precedentes respecto a su amplitud. Pero la
voz de los lobbies, verdaderos maestros a bordo de la escalera europea ha sido
más fuerte.
Como lo prevé el Tratado de Lisboa, One of
Us (Uno de Nosotros) había permitido, en un espíritu de crecimiento de la
democracia participativa, proponer un proyecto de ley de iniciativa
ciudadana a condición de reunir para este proyecto las firmas de un millón de
ciudadanos europeos. La iniciativa recogió dos veces más, pero no se ha
hecho nada.
One of Us pedía especialmente detener
la financiación, por parte de Bruselas, de prácticas dirigidas a destruir vidas
humanas antes del nacimiento.
Este uso de su derecho de veto en el
último día de mandato de la actual Comisión puede ser visto como una doble
negación de la democracia, por una parte respecto a los parlamentarios europeos
recién elegidos este fin de semana, y sobre todo respecto a los ciudadanos
europeos, cuya palabra aparentemente pesa mucho menos que los intereses
defendidos por inter-grupos supuestamente progresistas y los poderosos lobbies
de la industria farmacéutica.
Un veto injustificado
«Es una decisión contraria a las
exigencias éticas y democráticas», destacan los promotores de la iniciativa
ciudadana. Para ellos, es un veto «injustificado que no tiene en cuenta el
objeto mismo de la demanda».
«La Comisión desea continuar financiando
prácticas biotecnológicas que se han revelado sin futuro y no éticas y
financiando el aborto en los países en desarrollo, incluyendo países en los que
está penalmente prohibido», declararon.
Pero también es un veto injustificable que
se burla del proceso democrático: «La Comisión, en lugar de constatar el éxito
de la iniciativa y transmitirla al Parlamento y al Consejo europeos ha abusado
de su poder de control formal para dar un juicio sobre la oportunidad política de
Uno de nosotros y para bloquear el proceso.
La Comisión intenta así defender su
privilegio de poder de iniciativa porque hasta la creación del mecanismo de
Iniciativa Legislativa Popular (ILP), era la única que podía iniciar procesos
legislativos.
La Comisión Europea ha hecho así del
mecanismo de ILP un simulacro cuando
los diputados querían en cambio hacer de ella un verdadero instrumento de
democracia participativa. La Comisión da así una nueva prueba de su falta de
cultura democrática».
«En el fondo, la respuesta del a Comisión
es hipócrita y desdeñosa porque ha hecho como si no entendiera el objeto de
nuestra demanda a través de treinta páginas de complacencia en su propia
política», concluye el Comité de Ciudadanos de Uno de Nosotros.
Para los organizadores de la iniciativa, el
proceso no está cerrado: por una parte, la decisión de la Comisión es
susceptible de recurso ante el Tribunal de Luxemburgo, que por su parte ha
reconocido el respeto debido a la vida humana desde la concepción. Por otra, se
ha elegido un nuevo Parlamento y se va a nombrar una nueva Comisión.
Al final, este uso abusivo del derecho a
veto priva de su sentido el concepto mismo de proyecto de ley de
iniciativa popular creado por el Tratado de Lisboa. La última palabra en
Europa no pertenece decididamente a los ciudadanos europeos, ni al Parlamento,
sino a una Comisión Europea cuyos miembros nadie ha elegido nunca. Si la alta
abstención y el ascenso de partidos populistas son los síntomas de una crisis
de confianza en Europa, no hay duda de que ahí se encuentra de hecho la raíz
del mal.
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