(RV).- «¡Encomendemos a la Virgen Santa la suerte de la humanidad, para que se le abra al mundo un horizonte nuevo y prometedor de fraternidad, solidaridad y paz!». Introduciendo el rezo a la Reina del Cielo, al concluir la Santa Misa, en el lugar donde María dio a luz a Jesús, el Papa hizo hincapié en que «la Virgen es la persona que más ha contemplado a Dios en el rostro humano de Jesús. Ayudada por José, lo envolvió en pañales y lo recostó en el pesebre».
Encomendándole también a María todos los que habitan Tierra Santa, los peregrinos, las familias, los jóvenes y los ancianos, el Santo Padre rogó en particular por los que perdieron la fe y la esperanza, por los enfermos los encarcelados y todos los que sufren; los Pastores y toda la Comunidad de los creyentes. Desde Belén, dirigió su pensamiento a Nazaret, donde espera ir en otra ocasión, abrazó a los cristianos que viven en Galilea y alentó la realización del Centro Internacional para la Familia en Nazaret.
(CdM – RV)
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