Dios mira la vida de cada persona con paciencia y misericordia
El Papa en la semana
(RV). El mal del mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el maligno, que ha sembrado el mal en medio del bien: a nosotros, los hombres, no nos es posible separarlos netamente, pero Dios, al final, podrá hacerlo.
Lo dijo el Santo Padre el tercer domingo de julio en la Plaza de San Pedro antes de rezar la antífona mariana del Ángelus, en la que comentó la parábola de Jesús de la semilla buena y de la cizaña, propuesta por la liturgia de ese día.
El Papa recordó que aquí Cristo afronta el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios, dueño del campo, contrapuesta a la impaciencia de los siervos que, como nosotros, tienen “gran prisa en juzgar, clasificar, poner a los buenos de una parte, y a los malos de otra”.
Dios en cambio, dijo Francisco, sabe esperar. Él mira el “campo” de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero también ve los retoños de bien y espera con confianza que maduren. Y añadió que gracias a esta paciente espera de Dios, la misma cizaña, al final, puede convertirse en semilla. Una paciencia que no es indiferencia ante el mal. Al final, concluyó el Papa, el juez será Jesús, que nos juzgará con la misma medida con la que habremos juzgado: “La misericordia que habremos tenido hacia los demás también mantenida con nosotros”.
Después de rezar a la Madre de Dios el Pontífice exhortó a perseverar en la oración por las situaciones de tensión y de conflicto que persisten en diferentes partes del mundo, especialmente en Oriente Medio.
El espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
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