Es tiempo de curar heridas
La Iglesia se enfrenta «a problemas
inéditos», pero también a «un renovado deseo de familia», que «hace entrever
una nueva primavera para la familia». De esta premisa parte el Documento
de trabajo para el Sínodo sobre la familia, de 77 páginas
I Parte:
Comunicar el Evangelio de la familia hoy
Formación y
coherencia
Falta formación sobre la doctrina
cristiana del matrimonio y la familia. No sólo entre los laicos. Muchos
sacerdotes, «a veces, se sienten inadecuados y faltos de preparación para
tratar problemáticas relativas a la sexualidad, la fecundidad y la procreación,
de manera que, con frecuencia, se prefiere no afrontar estos temas», según
muchas de las respuestas al cuestionario enviado por la Santa Sede. Algunos presbíteros
«parece que sean indiferentes respecto a determinadas enseñanzas morales. Su
desacuerdo con la doctrina de la Iglesia genera confusión en el pueblo de Dios.
Por esto, se pide que los sacerdotes estén más preparados y sean más
responsables».
Pero no basta con un conocimiento
teórico de la doctrina. «Un buen número de Conferencias Episcopales observa
que, si se transmite en profundidad la enseñanza de la Iglesia con su genuina
belleza, humana y cristiana, ésta es aceptada con entusiasmo por gran parte de
los fieles. Cuando se logra mostrar una visión global del matrimonio y la
familia según la fe cristiana, se percibe su verdad, bondad y belleza. La
enseñanza es mayormente aceptada donde los fieles hacen un auténtico camino de
fe, y no sienten sólo una curiosidad improvisada sobre lo que piensa la Iglesia
acerca de la moral sexual». Lo que a menudo falta es «una auténtica experiencia
cristiana..., un encuentro personal y comunitario con Cristo, que ninguna
presentación -aunque sea correcta- de una doctrina puede sustituir». Todo ello,
sin menoscabo de problemas objetivos, como la influencia negativa de los medios
de comunicación, la cultura hedonista, el relativismo, la secularización o el
rechazo al compromiso, que requieren una reflexión a fondo. En otras latitudes,
el problema son «las culturas tribales y las tradiciones ancestrales», con
costumbres como la poligamia, en contraste con el matrimonio cristiano.
II Parte. La
pastoral de la familia frente a los nuevos desafíos
Entre las propuestas sobre cómo afrontar
los desafíos actuales, se insiste en la necesidad de una mejor preparación al
matrimonio, si bien estos programas, «a menudo, son percibidos más bien como
una propuesta obligada que como una posibilidad de crecimiento a la cual
adherirse libremente». Se menciona también la utilidad de «salvaguardar las
diversas formas de piedad popular» en la familia. La devoción a la Virgen o a
los santos demuestra ser muy beneficiosa.
De cara a «la promoción de una pastoral
familiar auténtica e incisiva», el punto clave «parece ser últimamente el testimonio
de la pareja» cristiana, llamada especialmente hoy a mostrar «la belleza y la
alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio y la vida
familiar». Por otra parte, se palpa ciertanostalgia. Incluso en áreas
geográficas con alta incidencia de fracaso matrimonial, «los jóvenes nutren una
alta estima por los cónyuges que, aun después de muchos años de matrimonio,
siguen viviendo una opción de vida marcada por el amor y la fidelidad».
Crisis de
familia, crisis de fe
Crisis familiar y crisis de fe suelen ir
de la mano. Cuando, por alguna razón, «el ideal de la familia se ve como una
meta inalcanzable y frustrante, en lugar de ser considerado como una indicación
de un camino posible, a través del cual aprender a vivir la propia vocación y
misión..., la crisis en la pareja, en el matrimonio o en la familia se
transforma con frecuencia y gradualmente en una crisis de fe. Por tanto, se
plantea la pregunta sobre cómo actuar pastoralmente en estos casos» y cómo
«cuidar de las parejas en dificultad y de la familia». Al mismo tiempo, «muchas
respuestas observan que una crisis de fe puede ser la ocasión para constatar el
fracaso, o una oportunidad para renovarse, descubriendo razones más profundas
para confirmar la unión conyugal». «Para superar la crisis puede ser una ayuda
el sostén de otras familias dispuestas a acompañar el difícil camino de la
pareja en crisis».
El Instrumentum laboris recoge
un amplio catálogo de «situaciones críticas» que amenazan a la familia:
incomunicación entre los cónyuges, ausencia de figura paterna, violencia y
abusos en el seno de la familia, alcoholismo, modelos culturales
antifamiliares, intromisión de la tecnología en la privacidad familiar,
horarios laborales extenuantes, precariedad laboral, pobreza, falta de apoyo
público a la familia...
Se alude también a los
«contra-testimonios en la Iglesia», que originan una «pérdida de credibilidad
moral», o al problema de «la percepción del rechazo respecto a personas
separadas, divorciadas o padres y madres solteros de parte de algunas
comunidades parroquiales», así como el comportamiento intransigente y poco
sensible de presbíteros».
La crisis del matrimonio y la familia
que padece hoy el planeta ha generado numerosas «historias de gran
sufrimiento», y «la verdadera urgencia pastoral es permitir a estas personas
que curen sus heridas, vuelvan a ser personas sanas y retomen el camino junto a
toda la comunidad eclesial. La misericordia de Dios -se matiza- no provee una
cobertura temporal de nuestro mal, al contrario, abre radicalmente la vida a la
reconciliación, dándole nueva confianza y serenidad, mediante una auténtica
renovación». Ahora bien, «la pastoral familiar, lejos de cerrarse en una mirada
legalista, tiene la misión de recordar la gran vocación al amor a la que la
persona está llamada, y de ayudarla a vivir a la altura de su dignidad».
Las uniones
homosexuales
«Los hombres y mujeres con tendencias
homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión, delicadeza. Se
evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta», afirma el Instrumentum
laboris, citando un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Los episcopados rechazan la represión contra los homosexuales, pero son
igualmente claros en lo que respecta a la redefinición del matrimonio en
algunos países para equipararlo a las uniones homosexuales.
Cuando personas en uniones homosexuales
piden el Bautismo para un niño, «las respuestas, casi por unanimidad, subrayan
que el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que
reciben los otros niños». Para la educación cristiana de estos niños, se
sugiere recurrir a otros familiares y personas de su entorno, y se pide una
especial atención a los párrocos en la elección de los padrinos de bautizo.
III Parte. La
apertura a la vida y la responsabilidad educativa
La educación
sexual
«Se han planteado objeciones radicales»
en las últimas décadas a la doctrina acerca de la apertura a la vida,
desarrollada en la encíclica Humanae vitae, de Pablo VI, que «tuvo
un significado claramente profético al subrayar la unión inquebrantable entre
el amor conyugal y la transmisión de la vida». Muchos fieles no conocen o no
comprenden esta doctrina ni valoran «su dimensión positiva». No hay dudas sobre
el aborto, pero aspectos como «la distinción entre métodos naturales de
regulación y la contracepción» no se entienden con la misma claridad. En todo
caso, existe la conciencia de que la Iglesia debe afrontar un reto cultural más
amplio -la propagación de la ideología de género- que está provocando «una
mutación antropológica» y requiere un análisis más profundo. «Se recomienda
-dice el Documento- que el Sínodo ayude a redescubrir el sentido antropológico
profundo de la vida conyugal, que, más allá de todo moralismo, implica un
impulso sincero a vivir la belleza exigente del amor cristiano entre el hombre
y la mujer, valorizado con vistas al amor más grande, que llega hasta dar la
vida por los amigos».
La
transmisión de la fe
Muchos padres no se sienten hoy
preparados para transmitir la fe a sus hijos, y la Iglesia debe ayudarlos. Se
subraya, además, la importancia decisiva del testimonio. Donde se vive un
estilo de vida cristiana, «la transmisión de la fe está asegurada», por muy
desfavorable que sea el entorno cultural. ¿Pero qué hacer cuando el estilo de
vida de los padres está en contradicción con las enseñanzas de la Iglesia? «Es
necesaria una mayor atención pastoral» en estos casos, con una acción pastoral
que «necesitaría renovación, creatividad y alegría para ser más incisiva e
innovadora».
En general, se comprueba que muchas
personas viven indiferentes a su situación canónica irregular. Los
problemas se plantean cuando solicitan algún sacramento para sus hijos. El
documento abre una reflexión sobre cómo afrontar estas situaciones, de modo que
sirvan incluso para una reconciliación con la Iglesia.
RICARDO BENJUMEA ALFA Y OMEGA
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