«Os digo,
además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir
algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo.
Porque donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo
en medio de ellos»
(Mt 18,
19-20)
Esta
es, a mi juicio, una de esas palabras de Jesús que
estremecen el corazón. ¡Cuántas necesidades en la vida, cuántos
deseos lícitos y buenos que no sabes cómo satisfacer, que no puedes saciar!
Estás profundamente convencido de que solo una intervención de lo alto –una
gracia del cielo– podría concederte lo que anhelas con todo tu ser. Y entonces
oyes repetir de la boca de Jesús, con espléndida
claridad, con una certeza inquebrantable, llena de esperanza y de promesa, esta palabra:
«Os
digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Habrás
leído en el Evangelio que Jesús recomienda en varias ocasiones la oración y
enseña a obtener. Pero esta oración en la que nos fijamos hoy es realmente
original, pues para poder obtener una respuesta del
cielo, exige varias personas, una comunidad.
Dice: «Si dos de vosotros». Dos. Es el número más pequeño para formar una
comunidad. O sea, que a Jesús no le importa el número sino la pluralidad de los
creyentes.
Como
sabrás, también en el judaísmo es sabido que Dios aprecia la oración de la colectividad. Pero Jesús
dice algo nuevo: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo».
Quiere varias personas, pero las quiere unidas, pone el acento en su unanimidad:
quiere que formen una sola voz.
Deben ponerse de acuerdo sobre qué pedir, ciertamente; pero esta petición debe apoyarse sobre todo en
una concordancia de los corazones. Lo que Jesús afirma, en realidad, es que la condición para obtener lo que se pide es el amor
recíproco entre las personas.
«Os
digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Te
podrás preguntar: «Pero ¿por qué las oraciones
hechas en unidad tienen mayor efecto ante el Padre?»
Quizá
el motivo sea que están más purificadas. Pues ¿a qué se reduce en muchos casos la oración
sino a una serie de requerimientos egoístas que recuerdan a mendigos ante un
rey más que a hijos ante un padre?
En cambio, lo que se pide junto con los demás está
ciertamente menos contaminado por un interés personal. En contacto con los
demás uno es más propenso a oír
también las necesidades de ellos y a compartirlas.
No
solo eso, sino que es más fácil que dos o
tres personas comprendan mejor qué pedirle al Padre.
Así
pues, si queremos que nuestra oración sea atendida, es mejor atenernos
exactamente a lo que Jesús dice, o sea:
«Os
digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
El propio Jesús nos dice dónde radica el secreto de la eficacia de esta oración: este radica enteramente en el
«reunidos en mi nombre». Cuando estamos así
unidos, entre nosotros está su presencia, y
todo lo que pedimos con Él es más fácil de obtener. Pues es Jesús mismo,
presente donde el amor recíproco une los corazones, quien pide con nosotros los favores a su Padre. Y
¿puedes imaginarte que el Padre no escuche a Jesús? El Padre y Cristo son un
todo.
¿No te parece espléndido todo esto? ¿No te da
certeza? ¿No te da confianza?
«Os
digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Ahora
seguramente te interesará saber qué
quiere Jesús que pidas.
Él
mismo lo dice claramente: «cualquier cosa». O sea, que no hay ningún límite.
Pues
entonces, incluye esta oración en el programa de
tu vida. Puede que tu familia, tú mismo, tus
amigos, las asociaciones de las que formas parte, tu patria o el mundo que te rodea carezcan de innumerables ayudas
porque tú no las has pedido.
Ponte de acuerdo con tus allegados, con quienes te comprenden o comparten tus ideales, y, una vez dispuestos a amaros como manda el
Evangelio, tan unidos como para merecer la presencia de Jesús entre vosotros,
pedid. Y pedid lo más que podáis: pedid durante
la asamblea litúrgica; pedid en la iglesia; pedid en cualquier lugar; pedid
antes de tomar decisiones; pedid cualquier cosa.
Y
sobre todo no dejéis que Jesús quede defraudado por vuestra negligencia después
de haberos dado tantas posibilidades.
La
gente sonreirá más; los enfermos tendrán esperanza; los niños crecerán más
protegidos y los hogares familiares más armoniosos; se podrán afrontar los
grandes problemas en la intimidad de las casas… Y os ganaréis el Paraíso,
porque orar por las necesidades de los vivos y
de los difuntos es además una de esas obras de misericordia que se nos pedirán
en el examen final.
CHIARA
LUBICH
Algunas
experiencias de personas tratando de vivir la Palabra de vida de junio (“«Y
sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» Mt28,
21):
1. Será por vivir en todo el mundo esa Palabra de Vida, será por ser el mes
del Corazón de Jesús, será por… pero lo cierto es que junio ha sido un mes
especialmente precioso, y no sólo por la peregrinación a Tierra Santa y por
celebraciones de aniversario sacerdotal.
Cada encuentro
con una persona, cada confesión… yo trataba de ser más consciente
de esa su promesa ("Yo estoy con vosotros"). Había ratitos que me
emocionaba, pues lo que decían unos u otros, o el ejemplo que me daban, o su
fidelidad y delicadeza para con Dios y con los demás… era realmente como si me
hablara Él o me corrigiera o me animara o me iluminara por dónde seguir
creciendo. Incluso con 3 ó 4 personas, (alguna vez por descuido mío, ¡nunca por
pretenderlo!), parecía que se había enfriado o incluso estropeado la amistad…,
pero buscando el diálogo, pidiendo perdón y creyendo en la misericordia del
otro… al final, en cambio, la relación de amistad ha salido purificada y
reforzada, y se nota más que "donde dos o más están unidos, allí estoy
Yo…".
2.- El haber estado en los Santos Lugares me hace ahora
meditar el Evangelio más "visualmente", lo mismo que rezar el
Rosario… Ya te conté alguna de mis impresiones; añado aquí un detalle
aparentemente marginal, pero que me hizo mucho bien. El guía nos paró en una
tienda de diamantes (por lo visto Israel es famoso por tallarlos). Al bajar del
bus, un matrimonio me dice: "a nosotros no nos hace falta, ¿verdad? Ya
tenemos un diamante". Otro matrimonio luego me dice: "se refieren el
uno al otro, ¿no? ¡Qué bonito!". Pero les contesto: "ciertamente lo
son el uno para el otro; pero se refiere a otro "Diamante": a
"Jesús en medio" de "dos o más unidos en su nombre…", como
Tesoro y centro del Castillo Exterior": "Tú, Señor, eres mi único
Bien".
Ya en la tienda… este otro matrimonio… el marido pretendía regalarle un
diamante a su esposa y ella no quería: ¡fue un "show" él y el
vendedor "persiguiéndola" por toda la tienda...! Y este estaba
"alucinado", pues siempre es al revés: la mujer suplicándole al
marido que le compre un diamante u otra piedra preciosa. Todo ese dinero
(aparte de otro que ya traían reservado para ello) se lo dieron a los
focolarinos que vinieron a hablarnos la última noche; me decían: "seguro
que les vendrá bien a ellos y a las comunidades que atienden; y así tenemos un
"tesoro" en el cielo, ¿verdad?". Y al Diamante más cerca de
ellos, y de unos y otros. "He aquí que yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo". Por otra parte, los cristianos allí están
relegados y marginados por todos, y si no fuera por gestos como esta, y por
comprar en tiendas de ellos la artesanía religiosa… porque la colecta del
Viernes Santo por los Santos Lugares… muchas veces se olvida.
3.- La celebración en Las Matas de las bodas de
diamante sacerdotales de José y mías de plata ha sido un
auténtico "derroche" de cariño, detalles y horas por parte de todos.
Por lo visto, ¡cuántos ratos previos ideando con ilusión, perdiendo la propia
idea y acogiendo la del otro todos a una, proponiendo, discurriendo en unidad…
Y eso se notaba, ¡y mucho! ¡Hasta las cosas "hablaban" de la
presencia de Jesús!: antes de empezar la Misa, llegando al Centro Mariápolis,
experimenté (quizá más palmariamente que nunca) lo que mucha gente (sobre todo
niños) dicen: "al entrar aquí parece que entras en otro mundo, que todo te
envuelve". ¡Ciertamente!, porque "yo estaré con vosotros…" y
"donde dos o más están unidos... allí estoy Yo…". El salón abierto al
hall y las sillas perfectamente alineadas (¡luego supe el esfuerzo y los
diálogos que requirió!) hablaba ya de una presencia: ¡Jesús en medio! Lo mismo
el comedor: elegancia exquisita plasmada en la sencillez ¡con platos y vasos de
plástico! Y en la capilla las albas perfectamente alineadas y dobladas en los bancos
para que luego nos revistiéramos los concelebrantes. Todo “hablaba”: todo
gritaba “amor”; amor concreto de tantos y, (detrás de ello), amor de Dios por
mí y por todos.
3b.- Antes de la celebración subí a la estación de
cercanías a recoger a mi hermana y mi sobrina (dieron muchas vueltas y cambios
hasta tomar el tren correcto). Y al llegar, me encuentro a una amiga ucraniana,
que venía también a participar, pero que ya no sabía hacia dónde dirigirse… Así
que no salía de su asombro cuando oyó su nombre y me vio… para ella fue
providencial: "Yo estaré con vosotros".
3c.- Era la primera vez que mis padres (él lleva
20 días bastante delicado, con sus 13 años de Parkinson) no estaban en un
acontecimiento familiar. Y eso nos hizo a todos los hijos tener la emoción a
flor de piel, (mejor dicho "a flor de garganta y de ojos"), como me
pasó en el saludo inicial y un par de veces en la homilía, (la puedes volver a
leer con alguna foto en mi blog poniendo en el buscador google:
"vidadelapalabra homilía bodas plata"; “vida de la palabra” todo
junto, ¡eh!), o a mi hermana en el texto que leyó al acabar la Misa
agradeciendo a Dios por su "hermanito mayor"; o los 2 parrafillos que
leyeron mis sobrinos, agradeciendo a Dios que el tío Paco juega con ellos y les
hace cosquillas; luego cantaron una canción mis hermanos, sobrinos y mi cuñada,
precisamente el salmo "Tú, Señor, eres mi Bien", sin saber ellos que,
añadiendo (aunque en sí va implícito), "único", (mi único Bien), es
algo que repito a menudo (aprendido de Chiara Lubich) y me ayuda a situar la
"brújula" del corazón en la auténtica dirección, eliminando apegos:
“¡Tú, Señor, eres mi único Bien!”.
Y después, de parte de mi madre, rezaron la "oración de la
familia" (que recita ella siempre que nos reunimos; muchos me la
habéis pedido; si quieres la puedes ver en mi blog, poniendo:
"vidadelapalabra oración de la familia"). Al final (¡menos mal que no
me la leyeron al principio…!) me dieron la notita de mi madre diciéndome que,
en el último momento antes de salir, veía que era Voluntad de Dios quedarse con
papá (a pesar de que hay una persona de confianza que lo cuida): "Paco,
recuerda que siempre he dicho al Señor que eres más suyo que mío. Estaré todo
el día muy unida a ti. Que todo sirva para su gloria y que le seamos fieles
toda la familia en cada momento. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores".
3d.- El clima de fraternidad luego en la sencilla comida, entremezclada familia,
"familia espiritual", amigos de parroquias anteriores, amigos más
recientes… fue a decir de unos y otros espectacular. Nuevas amistades entre
todos, compartir alegrías y proyectos habiéndose conocido minutos antes... De
hecho, al acabar la Misa les dijimos que un buen regalo era precisamente que se
conocieran entre unos grupos y otros y compartieran entre ellos, y los que
conocían las instalaciones del Centro Mariápolis, se las enseñaran en grupitos
a los demás...
Y después de la sobremesa, de nuevo en el
salón, un juego de los jóvenes: la sala subdividida en 2 equipos que tenían que
adivinar si cada pregunta que aparecía en pantalla se refería a José o a mí
(¡aunque alguna era a ambos!); todos reímos como niños. Después, sorpresa: en
pantalla fueron apareciendo brevísimos videos o mensajes escritos (con
foto) de tantos amigos que no podían estar (desde Sevilla, Valencia, Murcia…
desde Colombia, Rocca di Papa, Costa de Marfil…). La famosa, (hilarante
tambie´n), "poesía de la carcajada" compuesta para José hace años. Y,
para finalizar, un "power point" con fotografías de toda la vida de
José (y de fondo la música de "Vieni e seguimi" y "Servo per
amore", del GenRosso) y de mi vida (con la canción "Come il
pellicano", homenaje del GenVerde a los sacerdotes en el Año Sacerdotal).
7.- Muchos ecos hubo luego, de palabra o por correo, whatsApp o sms…
Tantos han afirmado que en esas horas han notado la presencia de Dios, se han
encontrado con Él. Vale este como muestra de muchos.: "…no te puedes ni imaginar el bien que me hizo ir a la celebración de
tus bodas de plata sacerdotales. Me emocionó toda la referencia familiar: el
ejemplo de tus padres, la oración de tu familia, la música, y el agradecimiento
de tus hermanos y hasta lo de que seas el mayor (como yo lo soy, es algo que me
interpela). Me voy a regalar esta noche la lectura de tu homilía, que tanto me
gustó...
Me encantó ir al Centro Mariápolis, pues ya
hacía unos años que no tenía oportunidad de acercarme.
¡Un
regalo del cielo contigo como instrumento!
La
verdad es que todo cuadró muy bien porque, además, conseguimos llegar a tiempo
luego a... Mi marido, que andaba preocupadillo por eso, me comentó que se
había quedado encantado de haber ido."
8.- Y casi como si se tratara de una conclusión del mes y de todas estas
celebraciones, (aunque en mi pueblo haremos otra el domingo 6 para que puedan
estar mis padres y otros familiares y amigos), anteayer estuve en una
ordenación sacerdotal en la catedral de Toledo, justamente donde fui ordenado
el día 9 hará los 25 años. Siempre es precioso y emocionante poder revivir y
renovar todo en una ceremonia similar, ¡pero más por la significación del
aniversario!
Y, en la
Consagración…, me emociona (y no me acostumbro) cada día, sí, pero más cuando
es cantada, como anteayer, (¡y con las magníficas bóvedas góticas como caja de
resonancia a la voz de más de 100 sacerdotes!) y más por ser justo casi 25 años
después de haber pronunciado yo por primera vez "esto es mi Cuerpo… esta
es mi Sangre…" ¡y allí!…, el abundante incienso ascendente que se mezclaba
con los rayos de luz del mediodía radiante que las vidrieras dejaban entrar… y
en el los instantes de la elevación, la trompetería suave del imponente órgano
del emperador que ponían melodía al silencio sagrado... Todo como si Jesús me
quisiera recordar, (como cada día pero más que nunca), que "Yo estoy con
vosotros siempre, pero sobre todo aquí y… a través de ti", (aunque yo sea
un desastre y un pecador). Él, el Amor de los amores, para llenar nuestro
corazón y, así, recíprocamente podamos querernos fraternalmente con ese Su
mismo Amor, como hijos del mismo Padre, y así pueda el estar entre “dos o
más…”. "He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario