Los Mundiales lograron el encuentro de personas de
varias naciones y religiones. Que el deporte promueva siempre la cultura del
encuentro.
No tengan miedo de lanzarse en los brazos de Dios.
Todo lo que les pida, lo recompensará con el ciento por uno.
Con Dios nada se pierde, pero sin Él todo está
perdido.
Queridos jóvenes, no renuncien a soñar por un mundo más
justo.
Vivir como verdaderos hijos de Dios significa amar al
prójimo y acercarnos a quien está solo y en dificultad.
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